La montaña mágica de Barcelona ha sido el escenario de una Copa del Rey marcada por el colorido de las aficiones, la intensidad del juego y la pasión por el baloncesto que han podido transmitir los medios de comunicación. Un espectáculo de alto nivel que también en esta ocasión ha tenido como broche de oro a un jugador español y de la Selección recogiendo el premio MVP. Algo habitual en la última década.

No sólo por su partidazo en la final sino por su actuación global en las tres duras jornadas que siempre tiene que superar el campeón, Sergio Llull se ha coronado como heredero de los Rudy, Garbajosa, Trías y Vázquez. Y además lo ha hecho liderando un éxito histórico de su equipo, que ha levantado la Copa -lo ha hecho Felipe- 19 años después de la anterior. Enhorabuena por ello al Real Madrid, pero también al FC Barcelona, al resto de equipos participantes y al equipo arbitral que ha sabido contribuir al espectáculo.

Y de Barcelona a Orlando en apenas unas horas. Un año más, en el All Star se hablará español, y por partida doble: por la presencia de Ricky Rubio en la fiesta de los debutantes y la de Marc Gasol entre las estrellas del equipo del Oeste, y porque será un marco inmejorable donde presentaremos el partido España-Estados Unidos que el próximo mes de julio vivirá el Palau Sant Jordi en la antesala de los Juegos Olímpicos. Una prueba de que para el baloncesto estadounidense, representado por la NBA, jugar contra nuestra Selección es un acontecimiento de gran relevancia.

En la cancha, Marc y Ricky serán dos grandes embajadores del baloncesto español en una de las citas más mediáticas y festivas del baloncesto mundial, en la que no estarán por casualidad ni como éxito coyuntural sino con el aval de sus trayectorias, ejemplos de talento, esfuerzo, compromiso y ambición, valores de los que en la FEB tenemos la suerte de poder dar fe.

Marc y Ricky tienen además el denominador común de la precocidad con la que llamaron a las puertas de la Selección, de la que son ya pilares indiscutibles. Presente y futuro. Marc ha tenido un espejo inmejorable en Pau, un hermano mayor que le ha sabido indicar el camino personal y profesional hacia el éxito. Y por lo que respecta a Ricky, su explosión con la absoluta también fue tanto producto del trabajo en sus clubes como de la progresión que experimentó en su paso por las selecciones de formación, en las que nos dejó exhibiciones como aquella en el Europeo cadete de Linares.

Talento, esfuerzo y valores como el compromiso, la humildad y la sana ambición avalan la presencia de ambos entre las estrellas de las estrellas, y por todo ello merecen vivir un fin de semana inolvidable. Aunque en esta ocasión serán ellos los encargados de representar a nuestro baloncesto, para nosotros no serán los únicos: porque también los que esta vez no participarán son auténticos All Star, dentro y fuera de la cancha. Tenemos que disfrutar de ellos y sobre todo agradecerles lo que están haciendo por nuestro baloncesto, que es el de todos.