Tres segundos que duran cuarenta años

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Tres segundos que duran cuarenta años

Tres segundos que duran cuarenta años

EE UU rechazó la plata tras caer ante la URSS en la final de Múnich 72

Las medallas de plata de los 12 jugadores de EE UU que perdieron la final olímpica de Múnich ante la URSS, en la medianoche del 10 de septiembre de 1972, quedaron guardadas en un banco muniqués. Y parece que no se moverán de donde están ahora: el Museo Olímpico de Lausana. En la medianoche del 10 de septiembre de 1972, esa selección de EE UU perdió de modo increíble esa final: 50-51. En el artículo IX de su testamento, su capitán, Kenny Davis, establece que, a su muerte, ni su mujer, Rita, ni sus hijos Jill y Bryan, ni sus descendientes acepten "jamás" una medalla de plata de los Juegos Olímpicos de 1972.

A falta de tres segundos, Doug Collins encestó dos tiros libres que sellaban el 50-49 para EE UU, tras brutal falta del georgiano Mikhail Korkia, ya fallecido. Recuerda Doug: "Casi me desmayé por la caída. Pero cuando escuché al Coach Hank Iba decir 'si Doug puede andar, él será quien tire esos tiros' no dudé, fui y los tiré como si estuviera en el patio de mi casa". Tras los tiros libres, con 50-49 para EE UU, el reloj corrió. Sonó la bocina del fin. Pero irrumpieron los técnicos soviéticos, dirigidos por Vladimir Kondrashin: reclamaban un tiempo muerto pedido entre los tiros libres. Y estalló la polémica de cuatro décadas: tras el tiempo de Kondrashin, la URSS volvió a sacar y volvió a perder el balón. Entonces, la mesa (con Renato Williams Jones, Secretario General de la FIBA, ya en ella) avisó que el marcador no se había reseteado: tocaba jugar los tres segundos. Llegó el pase en globo de Edeshko a Alexander Belov, que anotó un tirito corto entre Forbes y Joyce­: era el 51-50 para la URSS, el júbilo explosivo de los soviéticos y las lágrimas de los universitarios americanos. Tom Henderson culpa a Iba: "Si nos hubiera dejado correr, les hubiésemos llevado corriendo hasta Rusia. Ahora, mi medalla de oro está en el cuello de algún ruso". El árbitro búlgaro Arabadjan aún vive: en Nueva York: "Dejamos entrar a ese bastardo aquí, con nosotros Dios mío, si es que perdonamos a todo el mundo", se lamenta Bob Paul, jefe de Prensa de la selección estadounidense en 1972.

Belov.

En 1978 falleció oscuramente Alexander Belov. ¿Desterrado, represaliado? Los campeones de todas las Rusias fueron declarados Héroes de la URSS. Ellos vivieron los Juegos en una casa alquilada, fuera de la Villa. En aquella Casa Rusia, una cristiana limpiadora alemana intentó hacer creer en Dios a gente como Kondrashin, Sergei y Alexander Belov. Ellos dijeron que, para empezar, necesitarían un signo divino. La mujer les prometió que tendrían ese signo del Cielo. Lo tuvieron.