Una derrota demasiado lógica

FENERBAHÇE 75 - BARCELONA 70

Una derrota demasiado lógica

Una derrota demasiado lógica

OZAN KOSE

AFP

El equipo de Pascual evidenció que le llegaba demasiado pronto este duelo ante otro de los equipos llamados a estar en la Final Four y también en construcción. Kleiza, letal.

El Barcelona no perdía en pista del Fenerbahçe desde 2007, cuatro triunfos seguidos y el último una humillación histórica (60-99, 19-50 al descanso) en el último Top 16, en el mejor momento de la temporada de un Barcelona que llegaba con la Copa recién ganada y todavía liderado por Mickeal. Pero era un hecho que la racha estaba en serio peligro porque ni este Barcelona es desde luego aquel ni tampoco lo es este Fenerbahçe, que ha seguido gastando dinero a espuertas pero al que se le quitó la cara de pardillo en cuanto entró Zeljko Obradovic por la puerta.

Sabíamos que al Barcelona que enseñó tantas costuras ante Partizán y Joventut no le llegaba para ganar en la pista de otro equipo también en construcción pero cuya suma de profundidad y talento (y Obradovic…) le pone en el rincón de los grandes aspirantes. De hecho este partido podría repetirse en la Final Four si los acontecimientos siguen un curso lógico. Para entonces ambos equipos habrán pasado el tiempo suficiente en el horno y mostrarán una cara muy distinta a la de este partido ciclotímico y racheado en el que, efectivamente, el Barcelona se quedó corto. Apretó los dientes al final y se abocó a un final doloroso: con 72-70 y 15 segundos por jugar, Preldzic falló tres de sus cuatro tiros libres y regaló dos oportunidades al Barcelona. Primero Huertas buscó un alley-oop con Tomic en lugar del una acción de tres puntos. Después, todavía con 73-70, el Barcelona regaló un rebote de ataque a Kleiza y con él su última bala. Le mataron el rebote que le había mantenido vivo (40-46, 15 de ataque) y un Kleiza que hizo puntos en cantidad en el primer tiempo (15 puntos) y de calidad en el segundo (22 en total: 24 de valoración).

Fenerbahçe mandó siempre en cuanto el partido entró en calor y alcanzó ventajas por encima de los diez puntos sin grandes alardes, siendo más consistente en ataque y enseñando más talento que su rival. Obradovic sabía que no tenía antídoto contra Tomic (16 puntos, 9 rebotes y 4 asistencias del croata, imponente) pero también que el Barcelona no llegaba a marcas largas sobre sus ala-pívots tiradores (Bjelica, Kleiza…). Así crujió de salida el Fenerbahçe a un Barcelona al que sostenían en el partido camino del descanso Tomic, el trabajo de Dorsey o uno de los mejores partidos de Navarro en mucho tiempo (18 puntos). Si el primer tiempo el mando turco parecía cuestión de lógica, en el segundo llegó a base de momentos frustrantes del Barcelona. Mucho antes del casi suicidio final del Fenerbahçe (9 puntos y sólo tres canastas en juego en un horrible último cuarto), se pasó de un 0-9 que apretó el partido a un 14-0 que parecía sentenciarlo (46-44, minuto 23; 60-44, minuto 27). Pérdidas, malos tiros y demasiados desajustes defensivos de un Barça que atrás todavía no tiene el sello de Pascual, en parte por inmadurez colectiva y en parte por la falta de concentración de algunos que al menos producen (Lampe, 13+6) y de otros que necesitan que suene el despertador con urgencia (Nachbar: 2 puntos, 1/5 en tiros, ni un rebote y 4 faltas personales).

El partido dejó más nombres: con Huertas atribulado por la pegajosa intensidad de McCalebb (que no es lo que era, pero es), Sada naufragó en ataque y Pullen apareció en seis minutos  caóticos que le garantizan muchos más de banquillo. Metió su primer tiro y falló los cinco siguientes. Abrines no fue trascendente y a Papanikolau hay que exigirle en ataque algo más que un triple en la agónica reacción final, más allá de sus 7 rebotes y de buenos minutos defensivos sobre Bogdanovic. El Barcelona perdió pero en un partido discreto llegó vivo a su penúltima posesión en pista de uno de los grandes transatlánticos del baloncesto europeo. Así que hay cierto mensaje positivo en un choque que por lo demás evidenció que el Barcelona sigue lejos de sí mismo, sin continuidad colectiva todavía en ataque y con una defensa tan porosa que no parece de un Pascual que perdió con Obradovic pero que todavía gana en el mano a mano al gran maestro: 6-4 desde ahora y hasta el siguiente duelo, el 29 de noviembre en el Palau.

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