Habla Gregg Popovich, ya uno de los mejores entrenadores de la historia y actual campeón de la NBA y Mejor Entrenador de la pasada temporada. Sus Spurs (cinco anillos entre 1999 y 2014, un caso único en la historia del deporte) alcanzaron la perfección en los playoffs con una gran final del Oeste ante los Thunder y una descomunal actuación ante Miami Heat, que defendía título y que fue literalmente arrasado por los tejanos: 4-1, con tres palizas seguidas tras el 1-1 con el que salió la final de San Antonio.

Habla Popovich y no tiene problemas en reconocer que quizá los Heat se confiaron en exceso tras esos dos primeros partidos. En el arranque de la final a los Spurs les salvó, o eso pareció, el problema con el aire acondicionado que acabó con los calambres de LeBron. Los Heat ganaron el segundo y viajaron a Florida con el factor cancha recuperado en lo que parecía una buena ocasión para asaltar el threepeat.

Pero fueron arrasados en los dos siguientes partidos en su pista y en el quinto y último, de nuevo en cancha spur. Popovich cree que quizá su rival pecó de exceso de confianza: "Ganaron el segundo partido y quizá no manejaron la situación a partir de ahí. Pensaron, imagino, que habíamos tenido suerte en el primer partido con el aire acondicionado y todo lo demás. No es raro, eran campeones de los dos años anteriores, es casi natural".

Ahora, le toca a él que su equipo no caiga en la complacencia después de recuperar el trono de la NBA y de jugar un baloncesto difícilmente mejorable. Otro reto en su carrera: "He estado pensando sobre eso. Después de perder el segundo partido de la final, fue fácil motivar a los jugadores. En el avión, en los entrenamientos: se trataba de ganar los dos partidos de Miami. Pensábamos de verdad que éramos mejores que ellos". Pero el nivel de su equipo a partir del tercer partido sorprendió incluso a Popovich: "Les veía y pensaba, '¿y estos quiénes son?', ¿han lobotomizado a estos tíos?' Ahora me preocupa que se sientan demasiado satisfechos. Es natural, son humanos. Pero les preguntaré si de repente nos hemos vuelto mejores que los Celtics de los 80, si se creen que somos mejores Bird, McHale y compañía. Y les diré: '¿os doy una pista? Noooooo lo somos'.