"Me caí, escuché un 'pop' y supe que se había acabado. Miré y mi tobillo estaba ya hinchado. Tuve miedo, pensé que algo se había roto, pero afortunadamente nada lo estaba", con estas palabras relata Ricky Rubio el esguince en el tobillo izquierdo que sufrió hace casi dos semanas durante un partido ante los Magic. "Una nueva piedra en el camino. Toca superarla", asume el español.

¿La fecha de regreso? "No sabría decirlo. Pero mi familia vendrá por navidad, por lo que espero que me puedan ver jugando. Pero no puedo decir un plazo. Cada uno es diferente", destaca el base, recién renovado a por los Timberwolves a razón de 55+1 millones de dólares para las próximas cuatro temporadas.

Un contratiempo más en su carrera, aunque no tan grave como la lesión en la rodilla izquierda de hace dos temporadas y media. "Me estaba siendo bien, creo me encontraba en mi mejor momento en la NBA. Sobre todo con el partido en Brooklyn (en el que rozó el triple-doble en la victoria de Minnesota), sentía que había encontardo el ritmo, estaba liderando al equipo... Pero son cosas que pasan, no pudes volver a atrás", explica, antes de resaltar su próximo objetivo: "Volver lo antes posible para ayudar al equipo y sentir recuperar esas sensaciones".