CB SEVILLA 85 - BARCELONA 74

Hernangómez destroza al Barça

29 puntos, 13 rebotes y 43 de valoración para el pívot de 20 años cedido por el Real Madrid, que firma una actuación memorable y desmonta a un Barcelona horrible.

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En lugar de una crónica se debería hacer una biografía. No habría que contar el partido sino que habría que hablar sólo de Willy Hernángomez. Tal vez. Pero no hace falta: el partido habla suficientemente de un pívot de 20 años y 2,08 nacido en Madrid, criado en la cantera del Real Madrid y pulido en Sevilla, el año pasado con ese escultor del talento joven que es Aíto. Willy Hernangómez: una excelente noticia en estos meses en los que tanto se ha hablado del futuro de la Selección, en pleno trauma post Francia. Días después de hacer 21 puntos y 7 rebotes ante el Virtus Roma en la Eurocopa se pidió todos los titulares de la segunda derrota en Liga del Barcelona: 29 puntos, 13 rebotes, 11/16 en tiros de campo, 7 faltas recibidas. Traducción en números: 43 de valoración, algo que nadie había hecho en Liga con su edad. Traducción en sensaciones: dominación absoluta, aplastamiento; aroma a aquellos partidos de los grandes pívot de la vieja escuela que tronchaban a los rivales como si fueran mondadientes. (Y 12 ojeadores NBA en la grada...).

Hernangómez ganó el partido en tres cuartos (26 de los 29 puntos, 36 de valoración: 65-54 en el marcador). Después lo aseguraron entre Porzingis y el recién llegado Woodside, que pusó el yo-yo y terminó de desquiciar a un Barcelona que fue apenas un rastro de su sombra. La incidencia del center madrileño es obvia: de meterle 98 puntos al Roma a hacerle 85 a la mejor defensa de la ACB, días felices para un equipo que empezó de pena la temporada y que empieza a sonreír. El Barcelona está 8-2 después de su peor partido de una temporada en la que estaba yendo como un tiro. En sus dos derrotas, Joventut y Sevilla le han anotado una media de 82,5 puntos. En sus ocho triunfos apenas ha encajado 61,8. La moraleja está meridianamente clara.

La mayor duda que persigue a la lujosa plantilla del Barça es la dureza de un juego interior con mucho talento y muchos puntos pero poca albañilería. Si hubiera que tomar este partido como referencia, la temperatura sería polar. Lo peor es que el letargo de Pleiss es recurrente y que Doellman ha ido a menos tras un buen inicio. Da igual, Hernagómez desnudó a todos y sólo Tomic consiguió al menos intercambiar canastas con él. El croata terminó con 16 puntos, 10 rebotes y 22 de valoración. Calorías vacías, como en sus malos días. Jugando al poste por músculo y fundamentos y peleando cada rebote, ganando segundas opciones, Hernangómez marcó el pulso del partido cuando el Barcelona, o algo vagamente parecido, estaba todavía en Polonia recogiendo sus cosas tras barrer al Turow. Seis puntos y 3 rebotes en el primer parcial. Después, inclinó la balanza (la hizo saltar por los aires, de hecho) entre el segundo y el tercer cuarto. Cinco puntos seguidos cuando el Barcelona empató a 36 poco antes del descanso, otra montaña de ellos en el último intento azulgrana, un 45-42 que pronto se convirtió en un 56-44, con batería exterior para apoyar la invasión del gigante: 8/22 en triples el Sevilla, 4/24 un Barcelona que se quedó sin Oleson por lesión y eligió perder por ahí el partido: 0/11 entre Thomas Hezonja y un Abrines absolutamente desdibujado. En total, entre el 36-36 y el 65-54 (en algo más de doce minutos de juego) Hernagómez sumó 20 de los 29 puntos del Sevilla. Y 7 rebotes. Descomunal. Una vez inflamado el ánimo de su equipo, todos se sumaron y todo fue viento en popa, como si Hernangómez hubiera aportado el 97 de valoración total de su equipo. Decirlo no sería justo para sus compañeros (el partido colectivo fue brillante, generoso). Pero lo pareció.

El Barcelona fue el de muchas derrotas en Liga Endesa de la pasada temporada. Destemplado por el corto lapso Euroliga-ACB y obligado a jugar cuesta arriba por sus propios pecados: salió frío, desconcentrado, indulgente, con un aire de suficiencia que afeó una imagen que llevaba semanas siendo extraordinaria. Se metió en el partido cada vez que dejó de tirar de cualquier forma y desde cualquier sitio y se puso en manos de Huertas y Tomic, que maquillaron el naufragio en ataque. Pero nadie lo hizo en defensa. No fue el día de los jóvenes (ni Abrines, ni Hezonja ni un Satoransky superado en su vuelta a casa) y no podía ganar sin defensa interior, con un 4/24 en triples y 10 pérdidas que parecieron muchas más en la dinámica de un partido en el que nunca se personó realmente. Un mal día que el equipo azulgrana habrá olvidado mañana pero que Willy Hernangómez no olvidará nunca. Y, tal vez, el baloncesto español tampoco.