FIN A SU ÚLTIMA ERA GLORIOSA

¿Qué significa realmente para los Celtics el adiós de Rondo?

Muchos comparan su traspaso con el de Gasol a los Lakers en 2008. Años más tarde, Memphis creció hasta ser el equipo que hoy es. Ese es el espejo en el que mirarse.

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¿Qué significa realmente para los Celtics el adiós de Rondo?
AFP

Ni Lakers, ni Knicks, ni Rockets... ni por supuesto Celtics. Rajon Rondo jugará en Dallas, confirmándose así lo que muchos esperábamos cuando la franquicia de Massachusetts apostó por el también base Marcus Smart el pasado mes de junio en el draft. Con este movimiento, Boston envía a los Mavs a Rondo y al ala-pívot Dwight Powell (un rookie cuyo papel ha sido testimonial: cinco partidos disputados y nueve minutos es su bagaje) para recibir al pívot de 27 años Brandan Wright (un mero secundario en Texas), al veterano base Jameer Nelson (sus años de esplendor en Orlando quedan lejos) y al alero de tercer año Jae Crowder, además de dos elecciones de draft (una primera ronda condicionada para 2015 y una segunda para 2016).

Un acuerdo que, a primera vista, no ha satisfecho a la afición 'celtic', que lo compara con aquel movimiento que en febrero de 2008 acabó con Pau Gasol vistiendo de amarillo en Los Ángeles. Los Grizzlies no obtienen nada a cambio, se comentaba por aquel entonces. El paso del tiempo acabó por demostrar que, gracias a hacerse con los derechos de su hermano Marc, tras cuatro años fuera, Memphis lleva cuatro temporadas consecutivas clasificándose para los playoffs. Por eso, intentando ver con un poco de perspectiva las intenciones de la franquicia, a medio-largo plazo puede verse que, quizá, los Celtics no salgan tan mal parados.

Me explico. Está claro que decir adiós a la última época gloriosa de la franquicia más laureada en la historia de la NBA resulta muy doloroso. Con Rondo no sólo se va el único superviviente del equipo que de la mano de Doc Rivers ganó el anillo en 2008 y cedió en el séptimo partido de las Finales de 2010 ante los Lakers, sino que también se marcha parte del orgullo restante que aún permanece en el TD Banknorth Garden (heredero del original e inigualable Boston Garden). Pero hay que tener en cuenta, y entender, que a sus 28 años (cumplirá 29 en febrero) Rondo opte por pasar sus mejores años en un equipo con opciones de pelear por el anillo, algo que en los Celtics no podría haber hecho. Además, de no haberse marchado ahora, lo hubiese hecho en verano. Y sin dejar nada cambio, ya que su contrato concluye a final del presente curso. “Mi tiempo en Boston ha significado mucho. Aquí he crecido como persona y como jugador. El amor que siento por los seguidores más fieles de la Liga es inigualable”, escribió el jugador a modo de despedida en su Twiiter.

Sin él, llega el momento para que Marcus Smart demuestre que puede ser el jugador franquicia sobre el que reconstruir el árbol caído. Aparte de los problemas físicos que ha arrastrado en este primer mes y medio largo de competición, con Rondo a su lado no ha sido capaz de desplegar su potencial. De hecho, su mejor actuación se produjo con el tres veces all star viéndola desde el banquillo. Fue en Washington, en una derrota épica ante Paul Pierce y sus Wizards tras una doble prórroga que la segunda unidad de los de Brad Stevens, comanda por Smart, forzó tras remontar un déficit de 23 puntos en los15 últimos minutos. Quién sabe, quizá aquel encuentro fue el que acabó por decidir a Danny Ainge, su general manager, a prescindir de los servicios de Rajon y, colatarelmente para hacer hueco a los recién llegados, del pívot brasileño y exACB Vítor Faverani.

Habrá quien con razón esgrima que perder a Rondo es decir adiós al único jugador hoy en día capacitado para conseguir la quimera de promediar un triple-doble a lo largo de una temporada. Es más, se marcha liderando la clasificación de la Liga en asistencias con 10,8 y siendo el cuarto que más ha repartido en la historia de el equipo de los 17 anillos. Sin embargo, en un grupo tan joven e inexperto como son estos Celtics, se ha echado en falta su liderazgo en los minutos calientes de los partidos. Que fuera más decisivo y asumiese los galones en ataque. Quizá esa desidia fuera una muestra más de que su etapa en Boston había llegado a su fin.

Atrás deja un roster en el que sólo Gerald Wallace llega a la treintena. Y es precisamente el alero quien, pese a su papel residual, más dinero cobra: 20,2 millones de dólares a percibir entre este y el próximo curso. No tengan ninguna duda, de poder conseguir una oportunidad para traspasarle, Ainge sería el primero en alegrarse. El problema es encontrar esa oportunidad. Como haría falta un milagro para ello, y para seguir con la limpia en el espacio salarial, Jeff Green podría ser el próximo en salir. En Boston no ha cumplido con las expectativas que le señalaban como sucesor de Paul Pierce y el hecho de que tenga una player option para quedar libre este verano hace que quieran buscarle un nuevo destino. Y eso que, para ser justos, está completando su mejor curso con 19,6 puntos por noche. 

Y es que, con el acuerdo con los Mavericks, Boston recibe una trade exception que les permite emplear 12,9 kilos extra, sin importar cuál sea su límite salarial, para cubrir los salarios de futuras nuevas incorporaciones durante los 12 próximos meses. Y a este hecho añádanle que de los 70 millones comprometidos para esta temporada, se transforman en, a día de hoy, 45,9 para la siguiente. ¿Guarda Ainge un as en la manga? Lo inobjetable es la idoneaidad del panorama para seguir con la reconstrucción de la franquicia. Un proceso que, para volver a ser competitivos, resulta totalmente opuesto al modus operandi empleado por el propio Ainge en el verano de 2007: nada de convencer en los despachos a superestrellas, sino crear, formar y ayudar a crecer al equipo desde la base. En definitiva, que la química entre sus miembros vaya fluyendo sola, nada de forzarla.

Para ello, las escasas opciones de alcanzar los playoffs esta temporada puede que se hayan disipado. Pero la jugada realizada no es a uno o dos años vista. Los nubarrones se ciernen sobre el presente deportivo de los orgullosos verdes. Pero el horizonte aparece más despejado de cara a años venideros. En los próximos cuatro drafts, Boston manejará hasta nueve primeras rondas. Sus cuatro correspondientes y el resto procedentes de sus recientes traspasos llevados a cabo con Clippers, Nets, Cavs y Mavs. A esto hay que añadir otras diez elecciones en segunda ronda para este mismo periodo. Ahora la clave es lograr que los Olynyk, Sullinger, Zeller, Smart, Bradley y compañía sigan creciendo y demostrando que pueden formar parte de ese futuro. Y claro está, mostrar la destreza necesaria, para acertar con los picks en los venideros sorteos universitarios.

Mientras tanto, el adiós de Rondo resulta amargo y hasta poco comprensible. Pero por lo que realmente duele es por despedir esos Celtics de Pierce, Garnett, Rajon, Ray Allen, Perkins, Glen Davis y Doc Rivers. Ya se sabe, a veces en la vida hay que cerrar una puerta para poder abrir otra que quién sabe si será mejor. El futuro será quien lo dictamine.