REAL MADRID 97 - BARCELONA 73

Palizón del Madrid al Barça

Festival de Sergio Rodríguez y Rudy Fernández en un Palacio feliz. Los blancos firmaron el mejor partido de la temporada. Sólo Hezonja ofreció respuesta en los culés.

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No era duelo de relleno, de esos que abundan. Tenía más poso y más trascendencia de lo que aparentaba. En juego, la ventaja de cancha para el playoff de cuartos. Y el Madrid logró el triunfo y casi, casi el basket-average particular en caso de empate. Ese +24 final (97-73) le deja líder igualado con el Maccabi (5-1 ambos) y dos triunfos por delante de la peor versión del Barça (3-3). Fallón en ataque, como si hubiera extraviado el camino; y aún peor, blando atrás, sin decisión. Sin carácter. El que le pueden dar Navarro y Oleson, ausentes este jueves por lesión. El americano es pieza insustituible en defensa. En un equipo con menos músculo que la campaña anterior, su baja resulta crucial. Vimos a un Barcelona angustiado frente a un Madrid feliz y que entusiasmó a un Palacio otra vez lleno.

Un Madrid que volvió a gustarse, más cerca de la versión A del año pasado, con Slaughter de stopper y Sergio Rodríguez y Rudy Fernández a un nivel sideral. Con Reyes cumpliendo, como siempre, a la altura de su homenaje, el que le tributó el club antes del duelo. Y con Ayón asomando la cabeza, batallando con Tomic a brazo partido. Porque el croata hace tiempo que no da la espantada. El único asidero junto a Hezonja de un Xavi Pascual que languidecía de desesperación. Pérdida tras pérdida (18), fallo tras fallo (8 de 26 en triples y 15 de 33 en tiros de dos).

En Navidad el Real se deshacía en el Palau, en un duelo que fue un catálogo extenso de todas sus limitaciones de entonces, y cinco semanas después ha crujido vivo a su enemigo, ya en serios aprietos en este Top-16. Un Barça que no levanta cabeza fuera de casa, que ha perdido en cinco de sus seis últimas salidas ligueras y en las tres de esta fase clave de la Euroliga. Los blancos han atajado su principal pecado: la falta de solidaridad. Ahora todos ayudan en defensa y comparten más el balón en ataque. Otra cara, otro equipo.

De salida, el Clásico se movió a golpe de gaseosa, el problema para el Barça es que no tenía botella de refresco que agitar. Apenas una lata y se le acabó en las primeras escaramuzas. Cuando la efervescencia inicial apuntaba a gran partido. Pero esa ebullición pasó rápido, también para el Madrid. Lo que tardó en sentarse un sublime Rudy, que en seis minutos sumaba ya 11 tantos con tres triples tras abatir a tres defensores diferentes: Thomas, Hezonja y Abrines. Tarjeta de presentación para un partidazo: 22 puntos, 9 rebotes, 5 asistencias, 3 robos y 38 de valoración. Por números, su mejor actuación de siempre en la Euroliga.

El duelo arrancó con esta sucesión de parciales: 5-0, 0-7 y… ahí se acabó el Barça. El Madrid firmó un 10-0 cabalgando a lomos de Rudy y cogió una renta de diez tantos que fue irremontable. Una ventaja que sujetó en sus peores momentos, cuando se contagió del carrusel de pérdidas azulgrana y cedía la batalla del rebote, y le sirvió luego de cama elástica para darse el impulso definitivo. Un saltó al techo del Palacio que llegó en el tramo final del tercer periodo (del 54-47 al 66-53) y se prolongó en el último, con Ayón haciendo un grandísimo trabajo frente a Tomic (ambos recibieron una técnica por enzarzarse, y el croata repetiría luego con Slaughter). Aparecía Nocioni, trabajaba Llull, Rudy seguía a lo suyo y Sergio hacía tiempo que había agarrado con fuerza, ya en el segundo cuarto, el testigo anotador: 23 puntos y 6 asistencias.

Los de Laso, que salieron a atacar desde la defensa, a morder atrás, a arriesgar con cambios para jugar un partido de ritmo alto, a muchas posesiones, corrigieron a tiempo su laguna en los rechaces (derivado de lo anterior) y pasaron a dominar el rebote. A dominarlo todo: 118-60 en valoración. Palizón al Barça.