FINAL FOUR

El campeón de Europa, al detalle: un grupo con química

Habían pasado veinte años desde la última Euroliga ganada por el Real Madrid, pero aquí están los nuevos campeones y su lado más personal.

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Andrés Nocioni (35 años, Santa Fe, Argentina; 1ª temporada en el club): Tiene muchísimo carácter, pero sólo en la pista. Fuera de ella es un tipo muy familiar. Su hermano le empezó a llamar Chapu cuando era pequeño, por el Chapulín Colorado. ¿El motivo? Cuando Nocioni iba a la piscina no tardaba mucho en ponerse rojo. Ahora todos le llaman así, menos su mujer cuando estaba enfadada. Aparte del baloncesto, le encanta la cacería con arco y flecha. En Chicago se subía a los árboles esperando a sus presas y colocaba cámaras con sensor para saber por dónde pasarían los animales.

Sergio Rodríguez (28 años, Tenerife; 5ª temporada en el Madrid): Sus padres se conocieron en una cancha de basket. De pequeño hizo de todo: fútbol, karate, tenis de mesa... La barba más famosa de España reconoce ser muy nervioso y sigue concibiendo el baloncesto como un juego. Le encanta buscar parecidos.

Rudy Fernández (30 años, Palma de Mallorca; 3ª temporada en el club): Estuvo a punto de fichar por el Mallorca cuando era niño, pero siguió los pasos de su hermana Marta, y se pasó al baloncesto. Adicto al ordenador, la pasta y el sushi, odia planchar. Antes de acostarse, se toma un vaso de leche con magdalenas.

Felipe Reyes (35 años, Córdoba; 10ª temporada en el club): Un tipo tranquilo y bromista. Empezó empresariales y se hubiera dedicado a ese mundo de no haber jugado al baloncesto. Entre sus comidas favoritas, el guisado de patatas con carne de su madre y el arroz a la cubana. Acaba de ser padre de una niña.

Gustavo Ayón (30 años, Nayarit, México; 1ª temporada en el club): Creció en un pueblo muy pequeño y no empezó a jugar al baloncesto hasta los 17 años; antes prefería el voleibol. Le llaman Machete por su parecido con el personaje de Robert Rodríguez.

KC Rivers (27 años, Charlotte, EE UU; 1ª temporada en el club): Estudió en la Academia Oak Hill, el instituto en el que lo hicieron Carmelo Anthony, Kevin Durant, Rajon Rondo... Su tío Byron Dinkins jugó en la NBA, pero él se ha hecho una carrera en Europa: Italia, Francia, Rusia... y ahora España.

Jaycee Carroll (32 años, Laramie, EE UU; 4ª temporada en el club): Le apodaron Boom Boom Carroll en la Universidad. Muy familiar: asistió a la Summer League de Las Vegas (la Ciudad del Pecado), con toda su familia. Aparcó el baloncesto dos años para ser misionero en Chile, donde perfeccionó su español.

Sergio Llull (27 años, Mahón; 8ª temporada en el club): Se pasaría la vida comiendo marisco. Confiesa que tiene poca paciencia y que el orden impera en su vida. Rafa Martínez, con el que coincidió en Manresa, es como un hermano para él y adora a Michael Jordan. De ahí el 23 a su espalda.

Jonas Maciulis (30 años, Kaunas, Lituania; 1ª temporada en el club): El más bromista del grupo. Se llama Jonas Maciulis como uno de los poetas más conocidos de su país. De ahí que le conozcan como Maironis, apodo de su homónimo. Pasado en Panathinaikos y pique con Spanoulis.

Marcus Slaughter (30 años, San Leandro, EE UU; 3ª temporada en el club): Futbolero y madridista. El año pasado fue a Múnich a apoyar al Madrid en las semifinales de la Champions y pidió hacerse una foto con Ferrándiz. Su hermano fue asesinado cuando era niño y juega para cumplir su sueño.

Giannis Bourousis (31 años, Karditsa, Grecia; 2ª temporada en el club): Detesta las labores del hogar. En su tiempo libre, prefiere ver la televisión, navegar por internet y ver películas de James Bond. De no haber jugado al baloncesto, no le hubiera importado ser portero de fútbol.

Facundo Campazzo (24 años, Córdoba, Argentina; 1ª temporada en el club): Siendo bajito y habilidoso, muchos le preguntan por qué no fue futbolista. “Tuve que elegir y me quedé con el basket”, dice. Vive con Nocioni en las concentraciones y en su país le conocen como Ewok (1,75) por su estatura.

Salah Mejri (28 años, Jendouba, Túnez; 2ª temporada en el club): Un tipo muy emocional. Al primer tunecino en la historia del Real Madrid se le da fatal cocinar, aunque le encanta comer cuscús. De no haber sido jugador de baloncesto, hubiera estudiado alguna ingeniería.