Gasol, Thibodeau, LeBron y la sombra de Michael Jordan

La temporada de Chicago Bulls se acabó seguramente demasiado pronto y desde luego de la peor manera posible en un sexto partido ante los Cavaliers en el que entregaron las llaves de su pista con una mezcla de melancolía y dejadez que nunca se hubiera imaginado en un equipo de Thibodeau. Después de anotar 31 puntos en el primer cuarto, se quedaron en 29 en todo el segundo tiempo. Metieron 73 puntos y encajaron 94 con gesto de terminemos con esto cuanto antes. Del copyright Thibodeau se espera pelea, competitividad entre trincheras y entereza contra las adversidades. Este partido y todo el tramo final de la serie fue el negativo exacto, la caída en picado de un equipo cansado de pelear contra sus propias limitaciones. Y ha dado como resultado el final del proyecto Thibodeau, que se lleva a matar con los propietarios y al que ya sitúan en casi todos los banquillos que van necesitando inquilino: Magic, Pelicans…

LEBRON JAMES COMO REVERSO DE MICHAEL JORDAN. Los grandes jugadores son aquellos que marcan una época y aquellos que marcan una época evitan que otros lo hagan. LeBron va a jugar su quinta final del Este seguida y la sexta en nueve años. Y su víctima favorita, la que suele ver como sus proyectos terminan en siniestro total cuando asoma por los playoffs el Rey, es Chicago Bulls. Michael Jordan aniquiló en su era a unos fantásticos Cavaliers (Nance, Daugherty, Price…). LeBron está consumando la venganza en la suya. 4-0 de Jordan contra los Cavs, 4-0 ya de LeBron contra los Bulls (dos con los Cavaliers, dos con Miami; tres contra Thibodeau, una contra Del Negro). 16-5 en esos duelos de playoffs para LeBron por el 14-6 de Jordan. Y 37 puntos, 5,8 rebotes y 6,2 asistencias por partido para Jordan contra Cleveland en playoffs por 26,8 punots, 8,9 rebotes y 7,9 asistencias de LeBron contra los Bulls, a los que ha martirizado en la era Thibodeau, de aquella final del Este en ese 2011 que parecía el año de Derrick Rose a estas semifinales de 2015 en las que el proyecto de Illinois ha demostrado tener unas raíces muy poco profundas. Quizá sin LeBron las cosas habrían sido distintas pero el condicionante es una falacia: el que haya querido competir en el Este de la última década y seguramente el que lo quiera hacer en el del próximo lustro, tendrá que ser mejor que LeBron James y sus fuerzas de apoyo. Para eso se construyeron estos Bulls y ahí han fracasado.

THIBODEAU COMO ADN. Tom Thibodeau ha sido uno de los nombres de referencia en estrategia y dirección NBA en los últimos años. Ayudante que saltó al primer escalón mediático como arquitecto de la extraordinaria defensa de los Celtics de Doc Rivers y el big-three, campeones en 2008. En 2010 se hizo cargo de unos Bulls que pasaron de 41 a 62 victorias. Fue Entrenador del Año con Rose MVP y Gar Forman Ejecutivo del Año. Todo como la seda hasta un convincente 1-0 en la final del Este contra la primera versión de los Heat de LeBron, Wade y Bosh... que después les borraron del mapa con cuatro victorias seguidas camino de una final en la que no pudieron con los Mavericks. Después, una plaga de lesiones con Derrick Rose como epicentro obligo a los Bulls a competir en inferioridad de condiciones y a los tribunales de la opinión pública a aplazar siempre el veredicto sobre el proyecto Thibodeau… hasta este año. Porque esta vez se formó un equipo pensado para puentear los grandes defectos de los últimos años (falta de talento, de tiro, de profundidad…). Para pelear con el anillo.

Sin embargo, a Thibodeau no le ha sentado bien el traje. Estos Bulls tenían que haber añadido pegada y talento al espíritu de los anteriores, nunca haberse transformado en un equipo con otras características totalmente distintas. Por eso muchos han acabado añorando aquella versión 2011 (el mejor Rose, el despunte de Noah y Gibson, la identidad de Luol Deng y la aportación de Korver, Watson o el último Boozer competitivo). Fuera o no un equipo mejor, era un equipo más Thibodeau. A estos Bulls 2014-15, a los que también han atacado las lesiones, les ha faltado continuidad y estabilidad, pegamento. En su mejor versión han enseñado mimbres para competir en el primer escalafón de la NBA. Pero esa versión aparecía y, sobre todo, desaparecía sin apoyarse en principios firmes, con una extraña renuncia a la agresividad defensiva marca de la casa y un estilo de ataque en el que la ejecución cambiaba casi de partido en partido en función de piezas disponibles y rachas de acierto.

Los Bulls pasaron de ser la temporada anterior el equipo que menos anotaba (93,7) y el que menos encajaba (91,8) a anotar 100,8 puntos de media (en el ecuador de la Liga) y recibir 97,8 (novena mejor cifra). Del segundo mejor rating defensivo al undécimo. De un +1,9 en diferencia de puntos a apenas un +3. Poco recorrido para una revolución finalmente inconclusa. O descabezada. Así que ahora aparecen las voces que aseguran que los Bulls serán mucho mejores la próxima temporada con un entrenador de perfil más voluntariamente ofensivo y los que creen que en la plaga de lesiones o la bajada de revoluciones de teóricos bastiones como Noah y Gibson subyace la exigencia extrema y la carga de minutos que caracteriza a Thibodeau. A pesar de que a pesar de los pesares sus Bulls nunca han bajado de las 45 victorias de la 2012-13 y de que han promediado en Regular Season un 64% de triunfos.

UNA ELIMINACIÓN MUY DOLOROSA. En el arranque de la temporada parecía una opción conservadora apostar por una final del Este Cavaliers-Bulls. Después las cosas han dado muchas vueltas para los dos equipos hasta que los de Ohio se enderezaron mejor. Los Bulls siguieron yendo y viniendo para acabar terceros del Este y encontrarse a LeBron y compañía una ronda antes de lo previsto. Y esa compañía era poca compañía: Kevin Love ausente por lesión, JR Smith sancionado dos partidos, Kyrie Irving jugando prácticamente sobre una pierna y el propio LeBron pasando por altibajos serios en su juego y decidiendo el esencial cuarto partido (el que evitó el 1-3 para los Bulls, en Chicago) tras sufrir una fea torcedura de tobillo.

Pese a todo, los Bulls perdieron. Pese a ganar el primer partido en Cleveland y llevarse el factor cancha. Pese a que contestaron al primer golpe de LeBron en el segundo encuentro con el triple milagroso de Rose en el tercero. A partir de ahí, un horror: la decisiva e inexplicable derrota en el cuarto, en el que construyeron un clima de escapada en el tercer parcial (68-57 casi al final) sobre un público en ebullición y unos Cavaliers con LeBron tocado e Irving hundido. Entre JR Smith y Mozgov aplicaron un ejercicio de supervivencia que llevó al triple sobre la bocina de LeBron y al KO efectivo de los Bulls, que dieron la cara poco en el quinto partido y casi nada en el sexto, en el que se pasó de un 40-38 a un 46-60 entre el ecuador de los cuartos segundo y tercero. Otra vez con Irving teniendo que irse al banquillo y con actuaciones colosales de Tristan Thompson y Matthew Dellavedova. Frustrante como mínimo. La suma de desgracias de los Cavs resta peso a la lesión muscular de Pau Gasol o los problemas físicos que han atenazado durante toda la temporada al peor Noah de los últimos años. Los Bulls llegaron en mejores condiciones a la serie y la tuvieron en su mano tras el primer partido y cerca del final del cuarto. Pero no supieron ganar, no tuvieron un plan definido, no frenaron a LeBron cuando este sacó su versión más agresiva y no dispusieron de un estilo de ejecución que les evitara tramos absolutamente horrendos en ataque.

GASOL, A MITAD DE CAMINO. Pau Gasol se lesionó en el tercer partido y se perdió el cuarto y el quinto. En el sexto se quedó pronto sin gasolina. Un problema muscular dejo en el aire la nota final de una temporada notable en la que recuperó su condición de all star e hizo números de pívot de elite. Con 34 años se fue al Este y acertó y se fue a los Bulls… y seguramente no se equivocó. Con la lesión como eje, sólo fue determinante en el primer partido de la serie ante los Cavs y su repunte con el cambio de equipo apenas ha maridado con la aparición de un buen Rose en los playoffs o la confirmación de Jimmy Butler como jugador de elite. En estos Bulls cada estado de forma o cada momento de confianza ha parecido, sin la esperada argamasa colectiva, tener una longitud de onda distinta. Gasol cierra el año con 18,5 puntos, 11,8 rebotes y 1,9 tapones por partido en Regular Season y 14,4, 9,4 y 2,1 en playoffs. Buenos números, momentos excelentes, problemas cuando el tono físico subía a máxima exigencia y un recorrido mucho más corto en playoffs, esa es la cuestión final, del que suponía cuando eligió Chicago Bulls.

EL NOVATO MIROTIC. Para Niko Mirotic la temporada termina con muy buena nota. Ha visto lo mejor y lo peor de ser rookie en la NBA y se ha abierto camino con tramos brillantes en la segunda parte de la Regular Season, en cuanto las lesiones le abrieron paso en la rotación. Disminuido y nervioso en playoffs, otro peaje de novato, tiró mal y se enredó en batallas que no podía ganar (provocó un incendio ante Shumpert que sacó de rueda a su equipo, muy liviano, en el sexto partido). Pero para él, todavía en el camino de ida, la temporada se cierra con sensaciones muy positivas. Ha demostrado que su lugar está en la NBA. Ese era el objetivo. El resto, debería llegar.

UN FUTURO SIN THIBODEAU No había una sola fuente cercana a los Bulls que no considerase como hecha la salida de Tom Thibodeau. En la pole position Fred Hoiberg, técnico de Iowa State que está en la camada de entrenadores NCAA que tienen a la NBA tras sus pasos. En teoría, Chicago Bulls debería seguir ahí la próxima temporada. Derrick Rose tiene (cuesta creerlo) todavía 26 años, Butler está en 25 y Mirotic en 24. Gasol cobrará 7,4 millones y Noah, 13,4 en último año de contrato. Butler es agente libre restringido, recibirá ofertas de contratos por el máximo y Chicago las igualará para retenerle. No hay otro guión posible. Quizá Dunleavy, otro que queda libre, deje un hueco que pueden cubrir entre Snell y McDermott. Pero los Bulls no afrontarán a priori grandes revoluciones de plantilla. Sí, seguramente, de estilo y principios. De Thibodeau al futuro. Y nuevas oportunidades porque esta de 2014-15 queda como una perdida. Sin duda.