WARRIORS-CAVS (1-0)

La Oakland de los Warriors; menos crimen y más cultura

La casa de los Warriors, acostumbrada a aparecer en los ránkings de las ciudades más peligrosas del país, ofrece un movimiento cultural y una excelente gastronomía. Warriors-Cavs Game 5 en directo

Oakland
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La Oakland de los Warriors; menos crimen y más cultura

"Tener a los Warriors en la final es una oportunidad inmejorable para que todo el mundo vea que estamos cambiando”. Alison Best y Kim Bardakian, presidenta y directora de comunicación del departamento de turismo de Oakland, expresan con una vitalidad contagiosa lo beneficioso que resulta para la tercera ciudad más grande de la Bahía (camino del medio millón de habitantes, por detrás de San Francisco y San José) unir su imagen a la de estos Warriors de Stephen Curry: “Ahora por fin se habla bien de Oakland más allá de los tópicos. Tenemos —música y arte— un gran movimiento cultural, una excelente gastronomía y mejor clima que San Francisco. Somos el lado soleado de la Bahía y luce el sol cuando allí, aunque estamos a sólo doce minutos, hay que ponerse chaqueta. Es un nuevo enfoque, casi un nuevo comienzo para nosotros, aunque no olvidamos el valor que nuestros equipos han tenido como símbolos de la ciudad. Fíjate en estos Warriors. O en los Raiders, que son el equipo de toda la NFL que más merchandising factura fuera de EE UU. No queremos dejar de trabajar con ellos ni que dejen de ser importantes para nuestra comunidad”.

Ese estamos cambiando funciona como un mantra en la regeneración de una ciudad acostumbrada a aparecer en los ránkings de las más peligrosas del país al lado de Baltimore, Camden y, claro, Detroit y su vecina Saginaw. Un núcleo que penetra por el Este de la Bahía, donde se crió Damian Lillard, hacia los suburbios de San Leandro, que nunca han recibido nada de la perenne prosperidad de San Francisco y que han tenido menos que ver con el Golden Gate que con el hundimiento de la industrias del motor y la guerra y la masificación del consumo de crack en los años 80. Alguien dijo que en Oakland no era mayor el número de jóvenes de raza negra que iban a la universidad que el de los que morían tiroteados en unas calles que escandalizaron a Estados Unidos cuando el entierro del capo de la droga Felix Mitchell, en 1986, acabó convertido en una multitudinaria procesión en la que catorce limusinas acompañaban al cadáver, transportado por un coche de caballos. Oakland fue una de las caras de la primera gran exposición mediática de esa cultura de la droga que había medrado mientras la parte biempensante del país miraba para otra parte.

Esa era la Oakland de los Warriors de Chris Mullin y Sleepy Floyd, que ya jugaban en ese Oracle Arena que limita con la que sigue siendo, siempre hacia el Este, la parte más complicada de una ciudad en la que la delincuencia lleva un lustro en descenso y cayó un 27% entre 2013 y 2014. Y a la que el New York Times ya sitúa entre los diez destinos turísticos más apetecibles del país y el ránking de Movoto coloca como uno de los rincones más sugerentes de Estados Unidos y un gran lugar en el que comprar una vivienda a sólo un paso de la muchísimo más cara, prohibitiva, San Francisco. Oakland transmite en su zona más moderna y urbanita, la de las colinas y los rincones coquetos de Jack London Square, una vitalidad en ebullición que le hace presumir de variedad étnica (apenas un 22% de población blanca), de voto demócrata y de renovado espíritu hípster. Pero también de esos viejos equipos que siempre han cosido su hasta hace no tanto maltrecho espíritu: los Athletics, los Raiders y por supuesto unos Warriors a los que los medios se siguen refiriendo como un equipo de San Francisco o de Golden State, una denominación que los californianos no usan y sólo ven “en imanes de nevera”. Pero Kim Bardakian afirma con orgullo que “el 80% de sus abonados son de Oakland y no de San Francisco” y reconoce que el turismo asociado a los partidos ayuda a que los visitantes conozcan rincones de la Bahía que van más allá del Golden Gate y Lombard Street. Y celebra que han conseguido que ABC deje a un lado los habituales planos del Golden Gate y ofrezcan en sus retransmisiones de la final de la NBA hasta un 75% de imágenes de esta localidad que quiere dejar de ser invisible y que, entre los rumores sobre un posible traslado de la franquicia a la siempre magnética San Francisco, ha llenado el Oracle Arena de forma consecutiva en los 133 últimos partidos de Golden State Warriors. El equipo de Oakland.