En el noroeste de Ohio nada llega regalado, todo hay que ganárselo. Trabajas para lograr aquello que quieres”. Es la referencia ya icónica a Cleveland de la carta con la que LeBron James anunció en julio que volvía a casa tras cuatro años en Miami. Ahora la final se traslada a ese corazón de Ohio que los Cavaliers quieren convertir en un infierno que haga valer el 1-1 arrancando en Oakland. Sólo Chicago (6-1 total) ha ganado en estos playoffs en un Quicken Loans Arena al que LeBron pide ruido: “Sé cómo se está preparando la gente para esto y sé que no hay ninguna afición que grite tanto”. Le sigue el general manager David Griffin: “Los fans de los Warriors son increíbles pero lo que espero en nuestra pista es el ambiente más tremendo que hayamos tenido en nuestra historia”.

Contra eso les toca remar a unos Warriors que necesitan un plan para evitar que Mozgov siga superando a Bogut en las zonas y para que Curry y Klay Thompson recuperen la sintonía desde el exterior. Los Cavs serán aún más físicos pero los de Kerr ya salieron vivos de un 1-1 tras los dos partidos de su pista ante los Grizzlies. LeBron no se preocupa por el exceso de minutos: “Quedan como mucho cinco partidos de temporada. Que venga lo que tenga que venir”. El alero participó el domingo en el 75% de los puntos de su equipo, a través de canastas o asistencias. Las lesiones de Kyrie Irving dejan, por cierto, un dato curioso: Cleveland ha ganado los tres partidos en los que él no ha jugado en estos playoffs­. Hoy, el cuarto.