CAVALIERS 82 - WARRIORS 103 (2-2)

Los Warriors transforman la final

Los Cavaliers se quedan sin fuerzas ante un rival que hizo los ajustes necesarios y recupera el factor cancha. Iguodala, decisivo: 22 puntos y extraordinaria defensa a LeBron.

Cleveland
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A falta de tres minutos y medio y con 79-96 los Cavaliers, deshechos, sacaron bandera blanca. Los titulares se fueron al banquillo y las gradas de The Q pasaron de quedarse en silencio a quedarse vacías. En realidad el partido, por primera vez en esta final, nunca fue suyo. Sólo en un espejismo inicial (7-0 en dos minutos) que sirvió como epílogo del tercer encuentro. Epílogo, en realidad, del primer tomo de estas finales 2015. Porque los Warriors ganaron y revolucionaron la lucha por el título, en la que nadie ha remontado ese 3-1 que asomaba. Ahora con 2-2 la tentación es pensar que todo vuelve a empezar. No es cierto: los Cavaliers están fundidos, literalmente, y ahora hay casi tres benditos días de descanso a los que seguirán dos o tres partidos en tres o cinco días con otro u otros dos viajes entre Ohio y la Bahía de San Francisco. La final, sencillamente, ha vuelvo a donde empezó: territorio warrior. Ni mucho menos se ha acabado porque en la última semana hemos visto un millón de cosas alucinantes. Pero se ha transformado. Por completo.

En realidad, y sonará a ventajismo, pasó lo que anunciaba la lógica. El mejor equipo de la temporada no iba a dejarse ir con gesto bobalicón y la extraordinaria resistencia de los Cavs podía saltar por los aires en cualquier momento. Son humanos, incluso LeBron James. El partido era instrumental: el 3-1 y el 2-2, con lo que hay por delante, son universos distintos. Tan cerca y tan lejos para unos, tan a tiempo para los otros. Los Warriors siguen sin haber perdido tres partidos seguidos en toda la temporada (6-0 después de dos derrotas) y siguen sin perder (ya 57-0) cuando alcanzan en algún momento un +15 de ventaja. Esta vez fue rápido: 33-48 a cuatro minutos del descanso y después de haber estado 20-20 apenas diez minutos antes. En segundo ronda, los Warriors se vieron con un 1-2 también lleno de nubarrones ante los Grizzlies. Ganaron el cuarto partido a domicilio 84-101 con un 47% en tiros de campo y un 42% en triples y 22 asistencias. Esta vez, 82-103 con 47%, 40% y 24. Idéntica respuesta en idéntico laberinto. La madurez de un equipo extraordinario.

Steve Kerr reaparece a tiempo

Otra vez como ante Memphis, el mantra al que los Warriors se habían agarrado desde que acabó el tercer partido, Kerr supo adaptarse para que su equipo volviera a reconocerse: eso son los playoffs. Esta vez anunció mismo quinteto pero mintió. Después del partido se disculpó con sorna: “el título de campeón no te lo dan en base a tu moralidad”. Sentó a Bogut y jugó con Green de pívot e Iguodala de alero. Quinteto pequeño desde el principio, Iguodala de salida sobre un LeBron que esta vez sí sufrió constantes trampas y dobles marcajes. Bogut casi no jugó y Ezeli salió de la rotación. David Lee ejerció de pívot suplente y los Warriors se movieron mucho más, corrieron mucho más y circularon mucho mejor. Desde el principio, aunque tardaron en entrar en calor, sacaron buenos tiros y llevaron el partido a un ritmo que tenía que descabalgar por fuerza a los Cavaliers. Entregaron el rebote (16 de ataque) y permitieron cebarse a Mozgov (28 puntos, tope de su carrera). Pero hicieron más daño con los desequilibrios que crearon que con los que sufrieron. Otra vez: eso son los playoffs. Los rebotes de Tristan Thompson y los viajes a la línea de tiros libres de Mozgov no tuvieron esta que ver con un esfuerzo mayor sino que formaban parte de lo que Kerr decidió entregar al enemigo para ganar. Y ganó.

En el tercer cuarto los Cavs se dejaron su último jirón de energía. Convirtieron un 45-59 en el arranque en un 70-73 cerca del cierre. Bloquearon el ritmo del partido y defendieron con fuerza y estilo, todo el que no tenían en un ataque basado en lo que rascaba Mozgov y los empujones de un LeBron que emitió señales de alarma demasiado pronto. Chocando contra Iguodala y ante unos rivales mucho más agresivos en las ayudas, se quedó sin anotar en el último cuarto y cerró en 20 puntos, 12 rebotes y 8 asistencias con un 7/22 en tiros (4/14 contra Igoudala) y un 5/10 en tiros libres. Toda la final se le vino de golpe encima, como a su equipo, pero su grandeza está a buen recaudo. Llegó hasta donde pudo y jugó otros 40 minutos. Sus obligaciones son sencillamente dramáticas: tiene la bola en su mano una media de más de 13 minutos por partido (más de un cuarto) por los 6 minutos de la Regular Season. La bota durante más de seis segundos en el 63% de esos ataques (por un 37% con Irving, Love…). Y realiza el 47% de sus tiros en los últimos 7 segundos de posesión. LeBron no pudo esta vez cargar con el mundo sobre los hombros. Pero el domingo saldrá de nuevo a jugar. Y, como siempre que lo hace, pasarán cosas.

Green, Lee... e Iguodala

A ese 70-73 le siguió un 0-7 (70-80) que fue después 5-17 para un 75-90 ya irreversible. En el primer tiempo los Cavs llevaban un 3/24 fuera de la pintura (1/6 LeBron). Al final, todos los jugadores que no fueran el propio LeBron, Mozgov y Tristan Thompson firmaron 22 puntos y un 7/40 en tiros. En su peor versión, JR Smith falló los ocho triples que lanzó. Y en una dura vuelta a la realidad, Dellavedova tomó malas decisiones y arriesgó demasiado porque no le quedó más remedio: 2/9 en triples, 10 puntos, 3 pérdidas. El partido dejó la sensación de que ya se ha visto lo mejor de los Cavs justo cuando se empieza a ver a unos Warriors reconocibles. Si es real, el anillo se quedará en Oakland.

Curry apareció con precisión en ese estirón final y terminó con 22 puntos, 6 asistencias y una mayor soltura en su lenguaje corporal. Klay Thompson se quedó en 9 puntos en un partido que elevó a David Lee y Livingston y reinsertó en la eliminatoria a de Draymond Green. Pero el mejor jugador del partido, y de los Warriors en lo que de final, fue Andre Iguodala. Metió 22 puntos, cogió 8 rebotes y anotó dos triples en el estirón final. Atacó con decisión cuando los Cavs bloqueaban a Curry y Thompson y, por encima de todo, hizo la vida imposible a LeBron con una defensa magnífica. Iguodala y David Lee, ases en la manga de Kerr, son dos jugadores con pedigrí All Star. Ese es el nivel de la plantilla de estos Warriors que se escaparon con quintetos pequeños y sentenciaron con ultra pequeños (Curry, Thompson, Livingston, Iguodala y Lee o Green). Ajustes contra los que los Cavs no tuvieron ni recursos ni fuerzas. Tienen menos de 72 horas para coger fuerzas porque todo el camino que han recorrido hasta ahora sólo les ha servido para volver al principio.