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Kareem, contra Donald Trump: "Es el gran triunfo del ISIS"

Carga contra el republicano, que dijo que no debería entrar ningún musulmán en Estados Unidos: "Tiene más que ver con el Estado Islámico que con los valores americanos".

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Kareem Abdul Jabbar vs Donald Trump

Kareem Abdul-Jabbar no sólo es uno de los mejores jugadores de la historia del baloncesto (top 5 casi por unanimidad). También es una voz que nunca ha sido cómoda, un personaje de fuerte identidad política al que la sociedad estadounidense tardó en acostumbrarse. No sólo por su carácter solitario e introvertido y su nada afable relación con los periodistas en sus tiempos de jugador: Kareem se negó a representar a EE UU en los Juegos Olímpicos de 1968 por la discriminación que sufrían los afroamericanos. En ese mismo año, cuanto todavía jugaba en UCLA, cambió el catolicismo romano por el islamismo suní. Después cambiaría oficialmente su nombre de Lew Alcindor a Kareem Abdul-Jabbar. Ahora es columnista de la revista Time, donde firma piezas que pocas veces dejan indiferente a nadie. Hace no mucho, por ejemplo, defendía la constitución física de deportistas como Serena Williams contra los prejuicios machistas y los estereotipos. Ahora se atreve a responder a Donald Trump, el polémico precandidato republicano que parece haber ido definitivamente demasiado lejos al afirmar que había que prohibir la entrada en Estados Unidos de todos los musulmanes. Este es un extracto del artículo de Kareem, una demoledora carga contra Trump, sus métodos y su estilo (o su absoluta ausencia de él):

El candidato Trump tiene más cosas en común con los terroristas del Estado Islámico que con América.

La campaña terrorista contra los ideales americanos está ganando. El miedo empieza a campar a sus anchas, la venta de armas se dispara, los crímenes por odio aumentan. A los hipsters con barba se les confunde con musulmanes y el 83% de los votantes cree que habrá un gran atentado en suelo americano en un futuro próximo. Algunos americanos empiezan a estar tan asustados que están cada vez más dispuestos a sacrificar los valores que definen a América a cambio de unas cuantas vagas promesas de seguridad que emanan de la misma gente que esparce el pánico. ‘Adelante, quemad la constitución si queréis pero que no me pase nada cuando voy al centro comercial’. Así de efectivo es el terroristmo.

Y no hablo del Estado Islámico. Hablo de Donald Trump.

No es una hipérbole ni una metáfora. El terrorismo se define como ‘el uso de actos violentos para asustar a una población con el objetivo de lograr un fin político. El uso sistemático del terror como método coercitivo’. Si la violencia puede ser una abstracción, y puede porque eso representan las amenazas, la campaña de Donald Trump encaja perfectamente en esta definición. En ese sentido, Trump representa el triunfo del ISIS. En lugar de políticas realistas y definidas, llamadas al pánico público haciendo el trabajo de los terroristas. Hasta el también republicano Jeb Bush dice ahora que Trump pretende ‘manipular a la gente a partir de su angustia y sus miedos’.

Ni siquiera hace falta decir la verdad. Basta con retuitear estadísticas falsas sacadas de cuentas supremacistas o asegurar miles de musulmanes jalearon en New Jersey los atentados del 11 de septiembre cuando no existe absolutamente ninguna evidencia de ello. O asegurar que los refugiados sirios se están colando en Estados Unidos cuando sólo han entrado en el país 2000 de los más de cuatro millones documentados por Naciones Unidas. ¿Cuándo se descubren sus mentiras? Hacen lo que hacen los niños: negar, negar y negar.

Trump no está matando a la gente, pero está explotando las muertes para generar un terror que se vuelva en apoyo para su discurso. Sus actos podrían ser considerados crímenes de odio. Se aferra al discurso del Juicio Final cuando desde el 11 de septiembre mueren 30 estadounidenses al año, y en todo el mundo, por ataques terroristas, tantos como los que fallecen aplastados por muebles. Y este dato lo dio The Atlantic. La retórica de desinformación deliberadamente irresponsable e incendiaria de Trump está creando una atmósfera que podría llevar a la gente a cometer actos violentos. Es ese personajes de las viejas películas del Oeste que invitaba a beber a todos en el saloon mientras les incitaba a acompañarle a un linchamiento.

Mucha gente no termina de entender cómo el ISIS lava el cerebro de los que dejan sus países para unirse a sus filas. Seguramente tiene que ver con lo que dicen muchos psicólogos: el cerebro tiende a creer discursos simples porque requiere demasiado esfuerzo extra analizar cierta información. Lo mismo puede decirse de los seguidores de Donald Trump. Son inmunes a la realidad porque la ira y la frustración que sienten les alejan del pensamiento crítico. Pero eso no les exculpa. Nunca hay una razón para seguir ciegamente a un líder que sistemáticamente les miente, exagera las amenazas y propone medidas que van contra la Constitución. Es muy triste que lo que propone Trump vaya contra los ideales americanos pero es más triste que quienes le defienden no se estén dando cuenta. Son comportamientos que dañan a nuestro país y seguramente por eso Trump disfruta del apoyo de varios grupos supremacistas. Uno de ellos eleva en su web a Trump: “el verdadero salvador que hará que América sea blanca de nuevo”. No os preocupéis: está haciendo todo lo que está en su mano para lograrlo”.