“Ahora somos un equipo roto. Se ve rápidamente. Un grupo fragmentado. Así no se puede ganar, no vamos todos en la misma dirección”. Habla el técnico (interino mientras no se demuestre lo contrario) J.B. Bickerstaff. Y Dwight Howard no mejora el panorama: “Nadie está siendo positivo, solo nos queda hablar para intentar solucionar las cosas. No podemos dedicarnos a ser negativos en cada partido que jugamos”. Jason Terry, finalmente: “La química no está ahí. No funcionamos como una unidad. ¿Nos sigue gustando jugar juntos?”. Demoledor pero en la literalidad absoluta de los actuales Rockets: 27-28 después de perder tres partidos seguidos, dos ante los Blazers que ya les han adelantado: 27-27, ahora séptimos del Oeste. Y lo Jazz octavos… y los Rockets novenos, ahora mismo fuera de playoffs, en una dinámica insoportable y con dos derrotas más que en toda la temporada pasada (56-26), en la que fueron finalistas de Conferencia. Parece que ha pasado un siglo.

En Portland se vio (116-103) a los mismos Rockets horrendos, deshilachados, sumidos en un coma profundo del que no despiertan. Un equipo que solo compite un puñado de minutos: 40-40 a mitad de segundo cuarto, 86-65 superado el ecuador del tercero. Que reacciona siempre a medias: remó hasta un 93-88 con mucho por jugar y cayó de ahí a un 112-92. Y que no tiene ni juego ni espíritu. Ni desde luego defensa: es el tercer equipo que más puntos recibe (106,8) y tiene el quinto peor rating defensivo. Así que ya ve delante también a estos Blazers en plena reconstrucción feliz, liderados por Lillard (que celebró su reenganche al Team USA con 31 puntos y 9 asistencias) y bien ensamblados, con roles claros y pequeñas aportaciones que marcan grandes diferencias: 19 puntos y 13 rebotes Harkless, 11 y 5 asistencias de Aminu, 14 de McCollum…

Los Rockets tiraron mejor que en otros partidos pero perdieron 20 balones. Howard se fue a 28 puntos y 13 rebotes con un 13/17 en tiros y James Harden rozó el triple-doble: 34 puntos, 9 rebotes y 11 asistencias. Nadie más llegó a diez puntos. Y así pasan los partidos y así se va escribiendo una temporada negra para uno de los equipos más atractivos de las últimas temporadas. No de esta, desde luego.