DOMINION BILBAO 72 - CAI 73

Un increíble triple de Sastre deja al Bilbao sin playoff en el adiós a Raúl López

El CAI ganó con una canasta inverosímil desde medio campo. Precioso homenaje al base de Vic, endulzado con la victoria del Murcia, pero con drama final.

Bilbao
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ACB

Sentimiento agridulce en Bilbao: despedida a un hombre que ya es leyenda y drama cuando se gestaba un milagro para que el Dominion entrara en el playoff, gracias a la victoria del Murcia en Fuenlabrada y el lógico varapalo del Tenerife en el Palau. La canasta inverosímil en el último segundo de Sastre desde su casa (como 20 metros) apoyado en la tabla (la primera así para Casadevall en 30 años, según confesó éste), ahogó en pena una matinal para el recuerdo. Duro castigo para un equipo en el que llueve sobre mojado: lleva todo el año siendo muy irregular, en una noria de sensaciones, jugando en el alambre con gestas tipo Barça en Copa y desastres como el 4-0 ante Estu y Tenerife, y al final la sentencia le dejó fuera de la lucha por el título. Dilapidó un +15 en cuatro minutos y medio, despistado por todo el eco que había alrededor del juego. Un colapso, otro más de los muchos que ha prodigado esta campaña..

Miribilla fue una gran caja de ilusionismo. La última función del mago Raúl López, aunque seguro que éste habría cambiado tantas muestras de cariño por prolongar su carrera al menos dos o tres partidos con un playoff. La despedida tuvo un envoltorio que llegó al corazón. Todo el pabellón bilbaíno se sumó al movimiento artístico que apadrina el base formado en la Penya. Le tributó un adiós que tal vez no esté a la altura de su carrera, como proclamaba su entrenador Sito Alonso, pero es que a estas alturas nada puede alcanzar la dimensión de la mejor batuta que ha dado España. El baloncesto quizá se resistía a soltar a este hombre y por eso urdió la carambola que metía al equipo vizcaíno en el playoff, pero falló por donde menos se esperaba: en su responsabilidad ante un CAI que no se jugaba nada y que sacó de sus casillas a los locales por la celebración, especialmente la de Jelovac, al que Marko Todorovic mandó moderarse. Esta bien una explosión de júbilo pero no una prolongación semejante. “Disculpad si ha molestado algo en la celebración. Es una explosión por una canasta de medio campo. Y quiero dar las gracias a Raúl por todos estos años que ha dado al baloncesto mundial; le vamos a echar de menos”, explicó Casadevall.

El recinto verde amaneció con un 31 y la Ü característica de su nombre impresos en el parquet. A la conclusión echó una firma en la letra. La moqueta que iban a pisar los jugadores era la primera pista. Decenas de pancartas se salpicaron por la platea: “El mago se va, sü magia se queda”, se leía por un lateral; “Eskerrik asko (muchas gracias) mago Molist” en un fondo; y “Ya eres leyenda, tu compromiso en nuestro corazón”, en el lado inverso, de la Peña Turín. En la presentación de los equipos, el pabellón sacó humo a las palmas cuando llegó el turno del 31. Y elevó aún más la intensidad en su primera entrada en pista, a -4;59 (9-6) del primer cuarto y cuando anotó su primera canasta, cerca del final de esa manga (18-17), un reverso y algo parecido a una bandeja. En el tercer acto firmó una ya con su 'copyright', muy estética, para el 48-35. Faltaba por esperar al minuto 31. Cuando se aproximaba ese momento, las diez mil almas empezaron a descontar los segundos: cinco, cuatro, tres, dos uno… Y todas las cartulinas con el Eskerrik asko Raül 31. Gran mosaico. Así hasta pasar al 32. Se le vio tocado al genio, que tuvo que estar a lo que se terciaba e hizo un par de gestos de agradecimiento a una grada enladrillada de agradecimiento, como un puzzle.

El partido corría paralelo a los festejos. Durante más de tres cuartos se notaba quién se jugaba algo, aunque gran parte de la faena se dispensaba a 400 kilómetros, en Fuenlabrada. Borg enchufó energía en el perímetro en el gran día de su maestro Raúl y como parecía el día de los bases, Bellas trató de tirar del carro en un CAI al tran tran, que perdió de vista la línea de fondo y se comió unas cuantas jugadas por esa frontera. Hubo una técnica a Sito y la intensidad crecía con las noticias del Fernando Martín: el Murcia rozaba los 20 de ventaja y metía a los bilbaínos en el playoff. Porque el Tenerife, claro, no podía con el Palau. Begic empezó a dominar la zona en el segundo tiempo. Un aro pasado y un mate: 43-35. El que más daño hacía era un Marko Tororovic con ganas de dejar buen recuerdo en su segundo adiós a Miribilla.

El tercer acto puso la proa local hacia la victoria (dos puntos en casi ocho minutos de los zaragozanos). Quizá todo demasiado explícito, antes de emborronarse. Con 68-53, a 4:29, empezó la algarabía (poco antes hubo un +16, 61-45). Pero previamente Sergi García había metido dos triples que hicieron creer al CAI. Jelovac embocó una canasta desde el arco y luego otra a ocho metros, y Sastre hizo un partido memorable. Total: un 2-17 para empatar a 70. Lo curioso es que en los segundos decisivos, Raúl falló un tiro libre y Mumbrú, otro. El escolta de Inca cometió unos pasos que parecían el final definitivo a falta de tres segundos, con 71-70, pero luego (en 2,8) enmendó la plana con el triplazo. Recibió, le rebañó el balón Bertans y tuvo que recuperarlo con un ágil paso lateral a la izquierda, lo tiró a lo que saliera con el letón encima y entró con la ayuda del cristal. Una jugada para la posteridad que devolvía el pasaporte al Fuenla. La red digirió el esférico y éste cayó inerte. Lo recogió Raúl. El cuadro del día: partido muerto, playoff al olvido e invierno de la carrera de un jugador singular.

A la conclusión del encuentro, ya con la amargura de la eliminación, prosiguió el programa previsto: hubo un aurresku de honor y se entregó a Raúl una makila (bastón de mando, que le quedaba como una varita mágica). Desfilaron los minis de Maristas y las cadetes del Patronato Maristas Bilbao con las camisetas de la carrera del crack: Vic, Joventut, Real Madrid, Utah Jazz, Khimki y Bilbao. Y se presenció un vídeo con algunas de sus jugadas míticas, trufado con mensajes de los Gasol, Navarro, Felipe Reyes, Ricky, Llull, Garbajosa, Cabezas, Berni, Germán Gabriel, Roger Grimau, Banic, Bertans, Hervelle y Mumbrú. Las peñas Hirukoa, Arantxapel, Turín y Deabruak también le entregaron obsequios. El presidente, JJ Davalillo, cogió el micrófono con el sentimiento a flor de piel. “Todo lo que pensamos se resume en dos palabras: muchas gracias”. Más adelante, turno para el gran protagonista: “El deporte a veces es cruel, lo que ha pasado hoy no está dentro del guión, Saber que lo has hecho todo lo suficientemente bien para que cosas así le ocurran a uno es gratificante. Llevo pensando muchas veces qué diría cuando llegase este momento: ‘Que no me retiro’ (risas generalizadas). Tener la oportunidad de poder vivir esto… hemos luchado mucho para que este club siga vivo, para tener baloncesto en Bilbao. Haber ayudado a que sea posible es suficiente, me he sentido querido como en ningún lado, hemos hecho cosas importantes y disfruto del día a día con la gente. Es muy importante saber retirarse a tiempo y ha llego el momento”. Dio la vuelta de honor, besó a su mujer y ese niño rubito suyo que ya tiene pinta de jugador, y empezaron los llantos, con Mumbrú y Hevelle, los más afectados. Se esfumó para siempre con el pasillo de sus compañeros. Otro corredor plagado de emoción, como el del Madrid hace dos años cuando se anunció una huelga en pleno proceso de autodestrucción de la entidad. En los aledaños el pabellón Raúl siguió firmando un rosario de autógrafos y fotografiándose con la gente que tanto le adora.

Sito Alonso valoró en sala de prensa: “Ha sido un día grande, estoy superorgulloso de estar en el Bilbao Basket y en esta ciudad. Seguro que a Raúl López algo en la vida le va a pasar mejor que jugar un playoff. El Fuenla merece el playoff; no quiero decir que Bilbao no, pero las cosas no pasan por casualidad”. Se refería a las oportunidades perdidas durante la liga regular para no depender de esa caprichosa bola final.