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Ricky’s: un bar deportivo con “política anti-idiotas”

Para Sport Illustrated, el segundo mejor bar deportivo de todo Estados Unidos. George Karl lo utilizaba como despacho cuando entrenó a los Warriors.

Oakland
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Ricky’s: un bar deportivo con “política anti-idiotas”

En San Leandro, alejándose de Oakland hacia el Este y ya lejos del glamour de San Francisco, funciona desde 1946 un bar muy especial: Ricky’s Sports Theater and Grill. Prácticamente un santuario de Oakland Raiders (NFL) pero también, y cada vez más, un gran lugar en el que ver los partidos de Golden State Warriors. Uno que fue elegido hace unos años por Sports Illustrated “segundo mejor bar de Estados Unidos para ver deporte”. Por delante solo el The Fours, de Boston, rematado en su centro por camisetas usadas en partido por Larry Bird, Kevin McHale y Robert Parish.

Ricky’s es un lugar especial porque su dueño, Ricky Ricardo Jr., mantiene una estricta política a la que llama “no knucklehead, algo así como “no a los hooligans descerebrados”. Así consigue que siempre haya familias completas y muchos niños en un local en el que se pueden llegar a reunir casi 500 personas en partidos importantes y que ronda el centenar de televisiones, algunas instaladas en los baños.

De Ricky’s cuentan que George Karl lo utilizaba cuando entrenó a los Warriors (1986-88, poco antes de dirigir al Real Madrid) como despacho: juntaba dos o tres mesas y hacía su trabajo de análisis de rivales y preparación de partidos mientras sus hijos corrían como locos por todo el local. En 1976, los Raiders ganaron la Super Bowl y en Ricky’s estuvieron repitiendo el partido varias veces al día durante semanas. Hasta tal punto que varios de los jugadores que acababan de ser campeones se enteraron y se reunieron allí para verlo. Durante los años del traslado a Los Angeles (1982-1994), Ricky’s fue para la franquicia algo así como Penélope para Odiseo, la esposa que esperó fielmente durante veinte años el regreso de su marido de la guerra: “mantuvimos siempre las antorchas encendidas”, dice el propio Ricky. Aunque ahora, claro, no hay antorchas que iluminen más que las de los Warriors.