CAVALIERS - WARRIORS | GAME 6

Curry vs Irving en Cleveland: un día para cambiar la historia

La ciudad vive en carne viva una jornada que puede romper o prolongar su maldición. El duelo de bases se coloca en el eje de la Final.

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Curry vs Irving en Cleveland: un día para cambiar la historia
bleacher report

Cavaliers-Warriors en vivo

Hace un año exacto: 16 de junio de 2015. En el Quicken Loans Arena de Cleveland, una de las ciudades malditas del deporte estadounidense y en realidad a apenas 65 kilómetros del Summa Akron City Hospital en el que nacieron LeBron James y Stephen Curry, los Warriors se proclamaron campeones de la NBA por primera vez en 40 años. Hoy, 16 de junio de 2016 pueden repetir… o verse abocados a esa guerra de histeria que sería un séptimo partido y que parecía a años luz tras el 2-0 y, sobre todo, tras el 3-1.

Las Finales 2015 se cerraron en 4-2, también como éstas si ganan hoy los Warriors. Pero las sensaciones previas son esta vez completamente diferentes. Hace un año los Cavs avanzaban hacia la rendición tras haber perdido su ventaja (2-1), agotados y con un LeBron James que llegó hasta donde pudo, más allá de lo humanamente lógico. Entonces no estaba Kevin Love… y sobre todo no estaba Kyrie Irving. Se jugó tras un quinto tremendo, ganado por los Warriors en Oakland y en el que dio la sensación, así fue, que se había resuelto el título a falta de un último punto que era poco más que un formalismo. Esta vez los Cavaliers también pierden 3-2 pero vienen remando fuerte y tras ganar ese quinto de la Bahía. Y esta vez esta Kevin Love, al menos de cuerpo presente y, esta vez sobre todo, está Kyrie Irving. Y vuelve Draymond Green, claro.

La situación sigue siendo, pese al impulso del lunes, desesperada para los Cavs. Nadie ha remontado jamás un 3-1 en una Final, un resultado que se ha dado 32 veces, de las que solo en dos se ha forzado siquiera el séptimo partido. Los Warriors (14-1 tras derrota) solo han perdido dos partidos seguidos, en la semifinal del Oeste ante los Thunder… y no han caído en tres consecutivos en toda la era Kerr. La última vez que enlazaron tres derrotas fue en noviembre de 2013. Y en dos de esos tres partidos no estuvo Curry. Para situar el dato con él hay que ir un poco más atrás: febrero de 2013. Si se llegara al séptimo, el escenario que necesitan los Cavs, hay otro punto que parece capital: el equipo que tiene al vigente MVP lleva 18 triunfos seguidos en séptimos partidos de playoffs.

Más allá de eso, el problema de los Cavaliers parece una cuestión de sostenibilidad: LeBron James y Kyrie Irving jugaron un partido memorable en el quinto, pero otra vez el banquillo acompañó poco, JR Smith desapareció tras el descanso y Kevin Love firmó una actuación horrenda. Después de un primer tiempo antológico (61-61) y más allá del desastre defensivo que fueron los Warriors sin Green ni Bogut, LeBron y Kyrie enlazaron canasta tras canasta, unas cuantas imposibles, mientras Curry y compañía fallaban una tonelada de tiros abiertos. Es difícil que los Warriors repliquen en dos partidos seguidos (no digamos tres) una depresión semejante. Y sin mucha más ayuda, una actuación excelente pero solo un poco peor de las dos estrellas de los Cavs podría ser suficiente para condenar al equipo de un Tyronn Lue que llegado a este punto no cambiará su plan: LeBron y Kyrie jugarán casi todo el partido y tratarán de resolver en uno contra uno. Maldición en el cuarto, bendición en el quinto. Su baza, en todo caso. Así que, y con Green de vuelta, hay que volver a esa pregunta inicial: ¿es sostenible para los Cavaliers la inercia del pasado lunes? A priori no, pero estamos a dos partidos (máximo) de la línea de meta y en la última, agotadora y nerviosa fase de la Final. Donde todo es posible, o a eso se aferran en Ohio. Y donde en los últimos tres partidos ha pasado esto:

Kyrie Irving: 35 puntos, 6 asistencias, 2,3 pérdidas, 56% en tiros, 49% en triples
Stephen Curry: 27,3 puntos, 4,3 asistencias, 4,3 pérdidas, 42% en tiros y 40% en triples.

Desde que la Final salió de Oakland por primera vez, el base que ha estado mejor ha llegado a la victoria a su equipo. Los Warriors saben que pueden soportar exhibiciones de LeBron si tienen todo lo demás bajo control. Y ahora mismo, Kyrie Irving está absolutamente fuera de su control. Descubriéndose, sintonizando con la indudable súper estrella que lleva dentro. En el quinto partido (17/24 en tiros) superó defensas de Klay Thompson, Harrison Barnes, Stephen Curry y en jugadas puntuales, Iguodala y Livingston. Ese es el factor que se le está escapando del guion a los Warriors. Hace un año, en el sexto que cerró la temporada, LeBron terminó con 32 puntos, 18 rebotes y 9 asistencias… pero su mejor compañía fue la producción rugosa de Mozgov, casi toda en la primera parte (17 puntos, 12 rebotes). Los Warriors necesitan que Curry, como mínimo, juegue en el nivel de Irving. Y Curry no está bien físicamente, un hecho que no es excusa pero es innegable. Su rodilla a medio recuperar no le impide jugar ni brillar en determinados momentos, pero le roba consistencia en tramos largos y explosividad de movimientos. Pero con eso los Warriors han ganado tres partidos de la Final y con eso él metió 38 puntos en el cuarto partido: no es excusa, es un hándicap.

Los Warriors, por su parte, conservan la tranquilidad. Aparentemente. Para algunos, los que han sacado punta a las sonrisas de Steve Kerr tras el naufragio del lunes, en exceso. Pero este equipo es así, fue así tras el tercero y fue así durante la remontada ante los Thunder: confían. Kerr llevó su mensaje a una simplificación obvia: están en una situación que habrían firmado en el inicio de la temporada y en el inicio de los playoffs, aunque se les está propagando algún fuego cuando parecía que ni había incendio que sofocar. Y al regreso de Green se une la lesión de Bogut y la, seguramente, necesidad de ir con el quinteto de la muerte (Curry, Klay, Iguodala, Barnes, Green) desde el salto inicial. Así fue, otra vez, en el sexto hace justo un año. Pero Kerr prefiere guardar esa unidad para minutos de élite, ráfagas decisivas pero muy ajustadas: en la Final (el quinto sin Green no cuenta) solo ha reunido ese quinteto durante 29 minutos, 17 en el cuarto partido. Más exposición significa más tiempo para que el rival (LeBron James, básicamente) encuentre fórmulas para contrarrestarlo. Se trata de un ataque relámpago que quizá tenga que ser norma a la fuerza: el anillo está en juego.

La importancia de Green ha sido obvia mil veces por su imponente presencia en pista pero lo fue en el último partido por su desoladora ausencia. La protección del aro, los ajustes que permite con las ayudas defensivas, sus posesiones como playmaker y su abanico de soluciones en ataque: sin él los Warriors parecieron huérfanos más allá de un buen inicio y una racha electrizante de Klay Thompson en el segundo cuarto. Dray tuvo el +/- más alto de la Regular Season (+1077, +1022 Curry) y tiene el más elevado de su equipo en playoffs, con notable ventaja sobre Klay Thompson. Los Cavaliers anotaron 93 puntos en tres cuartos del quinto partido cuando en los anteriores promediaban menos de 96… y 83 en los dos primeros en Oakland. ¿Todo eso solo por Draymond Green? No. Pero mucho sí…

Así se llega a un sexto partido al que parecía que no íbamos a llegar, con el corazón de Cleveland abierto de par en par, esperando que no se lo vuelvan a romper, y con una situación muy similar pero también completamente diferente a la de hace un año. Y en una Final en la que el duelo Irving-Curry está sacando del primer plano a ese Iguodala-LeBron que parece más previsible en sus picos y sus valles. Segundo match ball para los Warriors, segundo jaque al rey James. Y al fondo, todavía difuso, un absolutamente histórico séptimo partido, el domingo de vuelta en la Bahía. Todo o nada.