LeBron James es pura provocación y un motivador nato. "Mis compañeros creían en mí porque soy su líder", comentó tras alcanzar su tercer anillo de la NBA, el primero en la historia de Cleveland Cavaliers. Para conquistarlo, el alero tuvo que tirar de todas sus tretas: discusiones dentro de la cancha con Draymond Green y Stephen Curry, declaraciones duras en ruedas de prensa, partidazos y simbolismo. Mucho simbolismo como lucir los uniformes negros con mangas en el quinto y séptimo partido (en el sexto la NBA no se lo permitió, pero llenó The Q con ellas) y llevar en los entrenamientos la camiseta del Enterrador.

Undertaker es una luchador de la WWE que cuando es tumbado por sus rivales, no se sabe cómo, resucita y te destroza con su Tombstone Piledriver para llevarte, literalmente, hasta la tumba. Y eso hizo, James se levantó de entre los muertos para fulminar a los Warriors y llevarse el anillo a casa. Pero ahí no quedó toda la parafernalia. Una vez alcanzado el sueño del anillo, LeBron decidió continuar con su estilo WWE. Al aterrizar en Cleveland, James salió del avión luciendo la camiseta de El Último Guerrero con el trofeo Larry O'Brien entre sus brazos. Guerrero, Warrior, ¿todo un mensaje?