Steve Clifford dependerá mucho de su cinco inicial. Es genial y multiusos, pero más allá el mundo es bastante incierto. Kemba Walker es el rey en estos Hornets que han perdido balas en la recamara con las salidas de Jeremy Lin y Courtney Lee, pero sin que sea un drama. El base es la piedra angular de una plantilla que mantiene la versatilidad de Nicolas Batum y recuperan completamente a Kidd-Gilchrist, que a pesar de sus grandes lagunas ofensiva, es un referente en la primera línea defensiva por longitud e inteligencia.
El veterano Ramon Sessions llega, como el italiano Marco Belinelli, para dar más minutos de descanso que de calidad. Ya no están para grandes alardes, pero quien tuvo retuvo y su contribución es necesaria para entrar en playoffs al igual que la regularidad de Jeremy Lamb. Clifford lo quiere centrado y él necesita presencia sobre la pista para encontrar su mejor versión. La tiene. Se ha visto. Aunque es tan fácil verle perderse en la inmensidad de la Liga.
La zona interior, con Al Jefferson fuera, será un campo de experimentación con Hibbert como mayor incógnita. Marvin Williams y Spencer Hawes son los hombres dentro-fuera, mientras que la dupla Cody Zeller-Frank Kamisky es la esperanza. Los dos son pequeños tallos que crecen a velocidad de vértigo y su florecimiento es un espectacular magnífico de contemplar. Son el futuro. Walker y Charlotte esperan lo mejor de ellos para ascender.
Steve Clifford (17 de septiembre de 1954, Island Falls, Maine) inicia su cuarta temporada en unos Hornets en los que debutó como entrenador principal y a los que cambió el rumbo. El exasitente de los Lakers heredó un equipo desahuciado con un balance de 28-120 en dos temporadas y que ahora se encuentra en saldo positivo: 124-122. Se espera mucho de él al frente de una franquicia que debe estar, sí o sí, en los playoff por segundo año consecutivo, una hazaña que no se encadena desde principios del siglo XXI, cuando fueron tres seguidas (1999-2002).
Estrella: Kemba Walker
El base del Bronx afronta su quinta temporada en la NBA sin haber saciado ni un ápice su hambre de gloria. Es más, esta crece con cada campaña, con cada partido y con cada ronda de playoffs disputada. Sus dos premios como jugador de la semana (acumula cuatro en su carrera) son un pequeño aperitivo para un base eléctrico que apunta al All Star Game... como mínimo.
