Londres, el estado número 51 de Estados Unidos en noches como esta, pareció durante algunos minutos Sant'Angelo Lodigiano. Allí nació Danilo Gallinari, que arrastró al público más ruidoso de todo el O2. El alero italiano jugaba en casa, lo sabía y se gustaba. Arrancó como un ciclón, tres triples en solo unos minutos, y la gente enloqueció. La NBA había llegado a Londres con toda su fuerza aunque, en realidad, solo los Nuggets habían desembarcado en cuerpo y alma: 140-112 final, con 18 puntos de Il Gallo, y 22, 10 rebotes y 7 asistencias de otro europeo, Nikola Jokic. El pívot serbio de 21 años demostró que va camino de ser una gran estrella.

Al final, con todo resuelto, jugó Juancho Hernangómez, que aprovechó tres minutitos para meter cuatro puntos. Y el viaje para hacer patria NBA en un pabellón que bien podría pertenecer a la mejor liga de baloncesto del mundo: inmejorables instalaciones y ambiente de partido de verdad, el séptimo de Regular Season en Europa… y el séptimo en Londres. Territorio NBA.

Thierry Henry, Mesut Ozil, Alexis Sánchez y Michael Ballack fueron solo algunos de los ilustres nombres del mundo del fútbol que se pasaron por el O2, donde también hubo nutrida representación española con Pedro, Lucas Pérez y Marcos Alonso. Ninguno de ellos quiso perderse el espectáculo. Porque eso es la NBA, mucho más que deporte. Y más en Londres, que prueba un bocado una vez al año y que sueña con esa expansión europea de la competición que sigue siendo por ahora solo eso, un sueño.

Hasta 15.000 personas de casi todas las nacionalidades pusieron color en las calles, se respiraba NBA desde la salida de metro de North Greenwich, y ruido en un pabellón recorrido por cheerleaders, mascotas y todo el entretenimiento made in USA. Ya lo dijo el comisionado Adam Silver antes del partido: el negocio no para de crecer y uno de cada siete habitantes del planeta vio el año pasado al menos un ratito de NBA. Un fenómeno global, internacional, que avanza sin parar.