CLIPPERS 95-JAZZ 97 (0-1)

Épicos Jazz: lesión de rodilla de Gobert y triunfo sobre la bocina

Los de Salt Lake City le roban el factor cancha a los Clippers en un partido tremendo y pese a la lesión de Gobert. Johnson resolvió.

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Bienvenidos a los playoffs de la NBA. Baloncesto a fuego, peleas callejeras, sensaciones cambiantes, noticias excelentes y horrendas y héroes muchas veces inesperados. Y villanos, apartado al que suelen pertenecer esos Clippers que jamás han pisado una final de Conferencia y que se ganaron el factor cancha ante los Jazz con un excelente final de temporada. Les duró un partido: derrota dolorosa (95-97), una marca de la casa, a pesar de que en la primera jugada, menos de 20 segundos después del salto inicial, cayó fulminado Rudy Gobert tras un golpe en la rodilla. Las primeras y pésimas previsiones fueron después rebajadas por unas pruebas que no arrojaron daño estructural grave y ahora está por ver qué tipo de hiperextensión sufre el francés. Ni siquiera está, al menos oficialmente, descartado para el resto de una eliminatoria que puede ser larga después de este primer acto culminado por una canasta sobre la bocina de Joe Johnson, que elevó la bola por encima de la manaza de DeAndre y que vio como esta rebotaba en el aro, muy arriba, y caía dentro. Como si la hubiera empujado el destino de los Clippers, que vive asomado a un precipicio. Esto fue el partido: la lesión en la primera jugada y el buzzer beater de Johnson en la última.

Pero entre una acción y otra, alfa y omega, los Jazz dejaron un despliegue emocionante con un recital/baño táctico de Quin Snyder ante Doc Rivers. Incluida esa última jugada en la que no pidió tiempo muerto y lanzó a Johnson sobre la siempre minúscula defensa de Jamal Crawford. Los Jazz, les ha pasado todo el año, hicieron de la necesidad virtud. Y jugaron con el estómago, con una pasión exagerada y los dientes apretados de pura rabia. Ante la adversidad, rebelión y no aflicción. Una lección que bien podrían aprender unos Clippers pasmados, demasiado previsibles en ataque y sin poso colectivo en el último cuarto: en los últimos 7:45, Chris Paul anotó 12 de los 16 puntos del equipo, incluidos 10 seguidos cuando la cosa se había puesto fea (hasta un 74-82) e incluido un canastón final para el empate a 95 que precedió, con 13 segundos por jugar, a la acción ganadora de un Joe Johnson que terminó con 21 puntos. Paul, con 7 rebotes, 11 asistencias, 3 robos y 25 puntos, 20 en la segunda parte, 12 en el último parcial, a la desesperada cuando los Jazz le sellaban cualquier línea de pase que no apuntara a Mbah a Moute. Blake Griffin, historia conocida, pasó de un primer tiempo excelente a un final fantasmal: dos tiros libres convertidos en los últimos 12 minutos. Gélido 26+7 final.

Los Jazz se sacudieron el susto de la lesión de Gobert (7-2 en cuatro minutos) y se pusieron a jugar al baloncesto. A su baloncesto, que se impuso en una obvia guerra de ataque contra defensa. Se cargaron de faltas pero siguieron jugando. Diaw hizo de pívot cuando estaban en el banquillo Withey y un Derrick Favors heroico, que recién recuperado y en teórica restricción de minutos pasó a jugar 32 y terminó sin poder apenas saltar ni recorrer la pista pero con 15 puntos, 6 rebotes y la suficiente carga física contra DeAndre. Snyder le rodeó de Ingles, Hill, Johnson y un Hayward que solo estuvo realmente cómodo en el tercer cuarto. Y con ese quinteto como unidad principal y toneladas de sudor, orgullo y ejecución defensiva, los Jazz robaron el factor cancha y veremos si no robaron mucho más a un rival que no es precisamente un encajador resistente. La mandíbula de cristal de los Clippers se pone a prueba de nuevo, obligados a ganar en Salt Lake City, donde aguarda un infierno y quizá, a ver qué dicen las pruebas, otra vez ese monstruo de tentáculos inacabables llamado Rudy Gobert. Dicen que una serie de playoffs empieza de verdad cuando un equipo gana fuera de su pista. Pues esta ha empezado a lo grande. Con break heroico de Utah Jazz.