GOLDEN STATE WARRIORS 121-PORTLAND TRAIL BLAZERS 109 (1-0)

La furia de Draymond Green evita la derrota de los Warriors ante McCollum (41) y Lillard (32)

El ala-pívot de los Warriors estuvo inmenso en el último cuarto ante unos Blazers muy combativos. Acabó con 19 puntos, 12 rebotes, 9 asistencias, 5 tapones y 3 robos.

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Draymond Green es el hombre. Ni Curry ni Klay Thompson ni Kevin Durant. Tampoco Lillard y McCollum. Él es el hombre que se encargó de dar la primera victoria en estos Playoffs a los Golden State Warriors sobre Portland Trail Blazers (121-109) en una serie que puede ser colosal. Hermosa y apasionante. Green es el soldado que quieres juntó a ti en la trinchera. Mata y muere por ti. Es hosco y chulo. Insoportable. Pero siempre contigo. Porque te lo da todo cuando todo se atasca. No pierde el tiempo. Le da igual brillar arriba o abajo: hace su trabajo de la manera más escandalosa que puede. Gritos al cielo tras un tapón, intercambio de palabras con cualquier rival que se cruce con él, miradas al banquillo contrario con media sonrisa dibujada en los labios... Trash talking de manual que da a los Warriors ese deje de maldad que los rostros angelicales de Curry y Thompson no pueden ofrecer. Ellos son buenos. Él es magníficamente imperfecto.

El ala-pívot provocó todos los males de los Portland Trail Blazers en el último cuarto. En los primeros cinco minutos de ese periodo, comandó un quinteto sin Durant y Curry (Thompson, Clarke, Iguodala y West estaban en pista junto a él) y los Warriors pasaron del 88-88 al 103-90 (7:19). En un suspiro dejó en nada la proeza que hasta ese momento se estaban marcando Damian Lillard y C.J. McCollum. Green no iba a permitir que esos extraños se adueñasen de su protagonismos. Robos y tapones por doquier. Una intimidación que habla de que sus pares solo llegaron al 25% de acierto (ESPN Stats&Info) y que provocó el derrumbe final de los de Terry Stotts. Acabó el encuentro como un todoterreno: 19 puntos, 12 rebotes, 9 asistencias, 5 tapones y 3 robos. Un doble-doble. Casi un triple-doble. Casi un 5x5. Y todo eso con solo diez lanzamientos. 

Y tuvo que hacer todo eso porque delante tenía un desafío. Los Blazers aterrizaron en La Bahía después de un gran final de temporada regular. Desde que comenzó el mes de marzo, Portland había ganado 17 de sus 23 encuentros disputados. Otra carrera para clasificarse para la postemporada aunque la recompensa fuera bailar con la más fea. Pero no se amedrentaron. C.J. McCollum y Lillard salieron sin cortapisas. En los primeros 12 minutos anotaron 24 puntos de los 27 de su conjunto. El resto de sus compañeros hicieron un 1/11 en el tiro. Una tendencia que no se ocultó en el segundo: 48 de los 56 fueron obra suya. El escolta se marchó al descanso con 27. El base, con 21. Solo cuatro jugadores más en los Blazers consiguieron hacer diana en los dos primeros cuartos: Crabbe (3), Turner (2), Harkless (2) y Napier (1).

El espectáculo que estaban dando ambos era de película. De tres, en penetración, a media distancia, con parada... todo entraba y el marcador daba un empata a 56 que continuó igualado en el comienzo del definitivo último cuarto (88-88). McCollum cerró la exhibición con 41, mientras que Llillard, con 32 puntos. Nada que no pudiera frenar Green cuando mostraron debilidad y decidieron compartir algo más la pelota. Cuando su gasolina se acabó, entró en juego el ala-pívot. Y también Kevin Durant (32) y Stephen Curry (29) que terminaron lo que su compañero había iniciado. Es el primero. Gracias a Dios.