Hay un par de jugadas en las que los brazos de Giannis Antetokounmpo se estiran como los del Inspector Gadget. Un rebote ofensivo en el que su cuerpo se dobla hacia atrás y al estirar el brazo podría atrapar el balón en Buffalo. Evidentemente exagero, pero estarán de acuerdo en que la sensación es tan espectacular como sobrecogedora. Este señor y yo no somos de la misma especie debe ser la frase más pronunciada durante los partidos de los Bucks. Esa y un montón de onomatopeyas que casi gastamos en el primer partido. Qué jugador viene...

Más allá de las sensaciones que transmite el superhéroe griego (cerca estuvo de volver a hacer de las suyas con un final tremendo), fueron los Raptors quienes se llevaron el gato al agua en un segundo asalto de importancia capital para una franquicia que busca/necesita nuevos topes. Con los 23 de DeRozan, un muy buen Ibaka (16+7+6 y cuatro triples pese a jugar tocado) y el regreso del desaparecido en combate Lowry (cuatro en el primer duelo y 22 claves ayer, el 104-100 decisivo incluido), los de Dwane Casey, con ese cartel de equipo serio, sacaron un partido que puede significar muchas cosas a largo plazo y que tuvieron que ganar entre tres y cuatro veces. Los Bucks que siempre vuelven... 20 de Middleton, 14 de Snell, 18 de Monroe y quieren más.

"Hemos ganado mucho en estos dos partidos. Tenemos su atención", dijo el alero griego tras un partido en el que acabó con 24 puntos, 15 rebotes y siete asistencias (algo fallón al principio). Y no le faltó razón. Camino de Wisconsin, Milwaukee Bucks y Toronto Raptors apuntan a una serie larga y dura en la que los canadienses necesitarán al mejor Lowry y al DeRozan de toda la temporada (espectacular) para escapar de ese abrazo, de ese par de garras que luce este animal baloncestístico de solo 22 años que es Giannis Antetokounmpo.