GOLDEN STATE WARRIORS 113-SAN ANTONIO SPURS 111 (1-0)

Curry (40) lidera una increíble remontada ante los Spurs de Pau

La lesión de Kawhi Leonard lo cambió todo: del +23 para San Antonio a la victoria final de los Warriors con 40 puntos del base. Gasol, lastrado por las faltas.

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Todo cambia en un abrir y cerrar de ojos. Una sentencia que golpeó en la cara a los San Antonio Spurs este domingo en La Bahía de San Francisco. Lo tuvieron todo. Su dominio fue absoluto y aplastante durante dos cuartos y medio frente a unos extraños y desdibujados Warriors. Pero en un segundo, todo saltó por los aires: Kawhi Leonard lanzó y en su caída, pisó a Zaza Pachulia. Tuvo que retirarse para no volver. A debate quedará si el pívot georgiano puso o no el pie a propósito. Solo él lo sabe. La única verdad es que su lesión modificó el partido. Los texanos iban 23 arriba antes del acto (55-78, 7:53 del tercer cuarto) y acabaron perdiendo por solo dos puntos (113-111).

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Hasta ese instante fatídico, no hubo encuentro. Los Warriors no encontraron la tecla y fueron absorbidos por un equipo de zanja y brillante en estilo y sistema como demostraron cuando estaban contra las cuerdas frente a Houston Rockets. Y, lo mejor de todo, fue la sencillez de la fórmula. Colapsaron el ataque de los Warriors con un don superlativo para tapar huecos, ayudar en la defensa e interceptar cualquier balón que pasaba a un metro. Produjeron diez pérdidas con siete robos por el camino antes descanso. Se llevaron el rebote (17-23), solo permitieron ocho asistencias (tendencia de 16 cuando Golden State promedia 23,7) y ocho lanzamientos desde el perímetro, cinco de ellos de Curry que acertó el primero en el minuto cinco del segundo cuarto con los Spurs ya 14 arriba (32-46). El base saltó al tercer cuarto como el único triplista de los Warriors con dos y Klay Thompson en situación alarmante: no lanzó de tres en 24 minutos y finalizó con seis puntos.

Mientras los Warriors se hundían en ataque, San Antonio daba una lección magistral. Los pases eran lo de menos. Era la contundencia de sus acciones la que hacía añicos la resistencia rival. LaMarcus Aldridge bailaba sobre todos sus defensores con 12 puntos en 12 minutos y solo siete tiros de campo. Leonard asesinaba con ternura y 17 tantos en dos cuartos. Finalizaría con 26 en 23 minutos antes de irse al vestuario. Green se desquiciaba con tres faltas y ninguno de sus compañeros sabía cómo parar un vendaval que tenía las horas contadas. No Leonard, no party.

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Con la baja del alero, Curry despertó. Agobiado por las circunstancias tuvo momentos anárquicos de él contra el mundo, pero decidió ponerse el traje de MVP. Lideró una carga increíble. En cuatro minutos de puro éxtasis, los Warriors impusieron un parcial 18-2 (73-80) a los noqueados texanos que veían como dique de contención se había roto. Era el torbellino warrior que tanto miedo ha creado en la Liga. Empieza desde atrás y engulle a sus rivales. Sin respuesta y con un resultado innegable: 58 (21/36) por 33 (13/35) puntos para Golden State desde la salida de Leonard hasta el final con un 6/17 por 0/7 desde el triple.

La remotada (101-100) llegó a cuatro minutos del final con una canasta de Durant (34) y con la Death Lineup a pleno rendimiento: Curry, Thompson, Livingston -como novedad por Iguodala-, Durant y Green. Sin embargo, el gen Popovich impide morir. Es una patología que infecta a los suyos desde antes del que el mundo fuera mundo. Con Pau Gasol desaparecido por las faltas (cinco en 16 minutos en cancha), tiro de unos mágicos Ginóbili y Mills, un aguerrido Simmons y la versión buena de Aldridge para plantar batalla. Y pudieron llevarse el primer partido. Estuvieron a centímetros (113-111), pero el destino sonrió a los Warriors. Cayeron los Spurs, pero esto no es el final, solo el principio.