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NBA

Joel Embiid sufre parálisis de Bell: ¿qué es y cómo le afecta?

El pívot Joel Embiid, MVP de la NBA en 2023, ha admitido que sufre de la parálisis de Bell. Él mismo ha explicado el proceso que está siguiendo con la enfermedad.

Actualizado a
Joel Embiid -
TIM NWACHUKWUAFP

Después de la victoria de sus Sixers frente a los Knicks en el tercer partido de la serie de ambos en los Playoffs NBA, por el lado del Este (125-114), el pívot de origen camerunés y nacionalizado estadounidense Joel Embiid admitió que lleva una semana lidiando con una enfermedad que le paraliza la cara. “Es muy molesto, ha sido duro”, dijo ante la prensa. El severo problema no fue obstáculo para que metiera 50 puntos y llevara a los suyos a ganar un partido crucial para el futuro de esta temporada. El percance al que se enfrenta tiene nombre: parálisis de Bell. Como se ha informado desde la franquicia, se trata de un caso leve y el jugador puede hacer vida normal aunque se le monitoricen las molestias.

En su caso es su lado izquierdo el que se ha visto afectado.

Embiid ha querido mantener este asunto en privado para que no fuera una distracción: “Creo que todo empezó un día o dos antes del partido de ‘play-in’ contra los Heat. Tenía migrañas muy malas, pero creía que no era nada”. Dice ver borroso y necesitar que el ojo esté hidratado para que no le moleste aún más. “Pero yo no me rindo. Voy a seguir luchando. Es una situación desafortunada, pero no va a ser una excusa”, apuntó sobre todo ello. “Ya solo espero mantenerme así. Ya veis que tengo una cara preciosa”, agregó en tono de broma. Se le preguntó sobre el reguero de lesiones que hay en su historial, pese a lo cual ganó el MVP de la NBA en el curso 2022/23 (aún vigente), y comentó lo siguiente: “Me lo pregunto todos los días: ‘¿Por qué a mí?’. Es desafortunado. Cada año me hago las mismas preguntas. Tal vez simplemente esté destinado a ser de esta manera. Sólo hay que tomárselo tal cual te llega. Pero lo único que no voy a hacer es rendirme, pase lo que pase. Tengo que seguir empujando, luchando, poniendo mi cuerpo en juego, por mi familia, por esta ciudad, por este equipo. No puedo sentarme y decir: ‘¿Por qué yo?’. Sí, pasa por tu mente, puedes hacerte esas preguntas. Pero, ¿qué vas a hacer al respecto, vas a dejarlo en tu cabeza o vas a seguir adelante? Lo mejor que puedes hacer es realizar el mejor trabajo posible para prepararte, cada día, y es lo que yo he hecho. Y a veces obtienes los resultados y otras veces no. Yo no voy a renunciar. Aunque sea cojo, con una sola pierna, voy a salir ahí e intentarlo”.

El jugador está vistiendo gafas de sol a modo de protección.

¿Qué es la parálisis de Bell?

Esta dolencia a la que se enfrenta Joel Embiid, la parálisis de Bell (también conocida como parálisis facial periférica aguda de causas desconocidas), provoca debilidad de manera repentina en los músculos de la cara. Suele afectar únicamente a un lado de ella. La mayoría de casos suelen ser temporales; con el discurrir del tiempo, sean días o semanas, los dolores van remitiendo.

La enfermedad hace que, de cara a los demás, parezca que la mitad de la cara se haya caído. La sonrisa se ve de un solo lado y el ojo del lado afectado no suele poder cerrarse.

El origen se suele relacionar con una infección viral aunque su procedencia no sea clara. Los virus asociados con la parálisis de Bell son los que causan herpes labial y genital, zóster, mononucleosis infecciosa, rubéola, paperas, citomegalovirus, gripe y enfermedades respiratorias.

Más detalles:

· No se conoce la causa exacta, pero puede deberse a la inflamación del nervio que controla los músculos de un lado.

· Puede pasar con cualquier edad.

· En los casos que son más habituales se cura completamente en seis meses, pero puede ser una parálisis de por vida.

· Sólo suele ocurrir una vez.

Suele darse con más intensidad o aparecer más frecuentemente en personas que tengan diabetes, obesidad, una presión arterial alta, sufran de gripe o resfriado o en las mujeres que estén embarazadas.

Los síntomas:

· Debilidad leve de un lado de la cara, sea en horas o días.

· Dificultad para hacer expresiones faciales, como sonreír.

· Migrañas.

· Babas.

· Dolor de mandíbula o el oído.

· Lágrimas.

· Saliva.

· Aumento de sensibilidad al sonido.

· Pérdida del sentido del gusto.

En casos más graves, no como el de Embiid, algunas consecuencias pueden ser un daño irreversible en el nervio facial, una contracción involuntaria de unos músculos cuando se tratan de mover otros y, de manera más extrema, ceguera parcial o total.

Sixers 125 - 114 Knicks

Los Sixers tienen consigo a una joya que se llama Joel Embiid y a la que no vamos a descubrir ahora. Él no ha finalizado aquel llamado proceso, un apodo que acabó recibiendo él, lo hará si gana la Liga, no es un diamante por pulir. Tiene sus demonios. Lleva años atormentado por no haber cumplido esas expectativas tan altas que le otorgó al proyecto de Philly. Pero es humano. Falla. Sufre. Tiene las mismas dudas que todo ser humano. Su historial de lesiones le ha dejado algunas de ellas. En el primer encuentro de esta serie con los Knicks se quedó rumiando una jugada en la que pudo haberse destrozado la rodilla. Pero así es este chico. Venía tocado y no sabe parar. Ahora conocemos que ha estado padeciendo, al mismo tiempo, una enfermedad que le paraliza la cara de manera parcial. Olé por él, por esas ganas de ganar a pesar de los problemas. El pívot de Yaundé absorbe los miedos y los transforma en baloncesto.

Este jueves Embiid nos deleitó con 50 puntos. Se dice con pocas palabras, pero qué complicado es conseguirlo y más en una de las eliminatorias más parejas de los playoffs. Sobre todo con tiros libres, sacando faltas (con lo que se le critica esa tendencia): 19/21 en la personal. También 8/12 en tiros de dos y 5/7 en tiros de tres. Números de un jugador que está únicamente centrado en el trabajo. Como si no hubiera nada más. Su equipo jugó a lo que él disponía y la estrategia salió bien. Un 125-114 a unos Knicks que se dejan buenas sensaciones hasta cuando lo pasan mal. El pívot naturalizado estadounidense, con cuya selección disputará los Juegos de París, había protagonizado la previa de este encuentro con sus declaraciones sobre las actuaciones arbitrales, así como la franquicia lo había hecho elevando una queja formal a la oficina del comisionado por la misma razón, y esa tensión de los que se saben parejos continuó y nos deja la eliminatoria en el punto justo de maduración para el cuarto. Los neoyorquinos aún mantendrán la ventaja pese a caer aquí.

Los Knicks han sido los segundos del Este en la presente campaña y enarbolan con orgullo la bandera de un equipo con mucha historia pero pocas victorias. Ellos son los que las quieren proporcionar. Thibodeau está liderando a una generación de jugadores que han caído, por traspasos en su mayoría, en La Gran Manzana. Los Sixers son un test de mucho nivel para una primera ronda, ellos lo eligieron jugando a ganar la última jornada de la fase regular. Caer en esta primera ronda sería como fracasar tras tanto andar, y quizá por eso le ponen tanto corazón a sus actuaciones. De este encuentro se llevan, por no negociar nada, una lesión, la de Mitchell Robinson con una torcedura en el tobillo izquierdo. Les pasó factura durante un tercer cuarto en el que Embiid metió la quinta marcha y sólo le pudieron seguir los habituales a su estela, necesitados de potencia interior y ellos sin dos pívots; tampoco Randle. En definitiva, la serie se abre.

A los problemas mencionados de los pívots de los Knicks se unió que Hartenstein (14) se cargó de faltas para intentar sostener al toro que embiste. Con razón sacó Embiid tantos tiros libres. Es algo en lo que Thibodeau reparó en la rueda de prensa posterior, sabedor de que esas protestas cambian criterios arbitrales. Los de Nueva York llevaron los tiempos en la primera parte, sin despegarse, sin conceder, poniendo un pequeño margen a un equipo el local que esta vez sí tenía al público de su lado. Joel fue abriendo un camino. Nada de lo que ocurrió en pista se puede comparar, sin ninguna duda, a la locura vivida durante el tercer cuarto y con la que, sin ser casual, los 76ers despegaron para vencer. 9-0 de parcial gracias a Maxey y, tras eso, el tirón de Embiid: tres triples en tres jugadas consecutivas. El juego entre esos dos era diabólico. Pero lo bueno es que sólo se fueron diez arriba. Hart había respondido con otros ocho puntos de su parte. El momento más bonito. Fuego cruzado. Los Sixers se sacudieron cualquier presión y soltaron brazos: de tres también metieron Lowry, Oubre, Payne, por ese orden, para finiquitar Embiid con otro un cuarto de 43 tantos. Ese acierto en el perímetro (15/31), sobre todo por el descontrol de esos momentos, se reflejó en el resultado como pocas otras cosas. Formas de avivar un incendio.

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