DRAFT 2014

Se acabaron las cábalas: llega la hora de la verdad para Wiggins

Fue portada de Sports Illustrated antes de debutar con Kansas y se le designó como el gran fenómeno que llegaba tras LeBron. Después, las dudas y ahora, la respuesta.

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Edad: 19 años

Altura: 2,03

Peso: 91 kilos

Posición: Alero

Universidad: Kansas

Estadísticas 2013/14: 17,1 puntos, 5,9 rebotes, 1,5 asistencias

Virtudes: Wiggins es un portento físico como no se ha visto en un draft desde, seguramente, LeBron James. Imparable en transición, mostró como freshman en Kansas una sensible evolución en su tiro exterior. Pese a haber vivido bajo el radar de América casi desde la adolescencia, no es un jugador egoísta, sabe involucrar a sus compañeros y trabaja bien en el rebote ofensivo. Cuando está concentrado, es un buen defensor exterior. Su capacidad de crecimiento es casi infinita tanto en ataque como en defensa, por lo que lo tiene todo para lucir, más a medio que a corto plazo, galones de jugador franquicia.

Defectos: Con un jugador como Wiggins, la gran duda es si podrá llegar a alcanzar el nivel al que parece destinado a llegar. A corto plazo, está por ver cómo traslada a la NBA un estilo de juego hasta ahora muy basado en la superioridad física, algo con lo que como rookie no podrá contar demasiado en la gran liga. Su mayor problema en ataque será buscar su espacio hasta que adquiere las armas para generarse sus propios tiros en cinco contra cinco y mejore su tiro desde media y larga distancia. En ciertas fases de su año en Kansas ha tendido a la desconexión mental, algo que ha alertado a algunos general manager pero que seguramente tenga más que ver con su juventud que con su compromiso con el juego.

La hora de dar la talla

Nadie desde LeBron James ha generado el volumen de hype y atención mediática que ha acompañado a Andrew Wiggins (Ontario, Canadá, 21/02/1995). Cuando se comprometió con Kansas fue portada de Sports Illustrated con un titular palmario: “De Wilt… a Manning… a Wiggins. La antorcha cambia de manos en Kansas”. De él se profetizó hace mucho, parece una eternidad, que seguiría el mayor aterrizaje que viviría la NBA tras LeBron James.

Desde entonces a Wiggins le ha costado mantenerse como piedra filosofal del que va a ser uno de los drafts más esperados de toda la historia. El ascenso y posible caída del gigante Embiid, su compañero, el refinamiento de Jabari Parker o la magia de Dante Exum amenazan el lugar de privilegio que parecía destinado a un jugador que, de eso no hay duda, lo tiene todo para ser uno de los dominadores de la NBA en el futuro a medio y largo plazo. Se le ha seguido con lupa y su año como freshman en la NCAA ha sido bueno pero no extraordinario: 17,1 puntos, 5,9 rebotes, un 44% en tiros de campo… nada que ver, por ejemplo, con el paso estruendoso de Kevin Durant por Texas. Cada vez que se desconectaba de un partido, los general manager tomaban notas. Cada vez que el entramado defensivo rival le obligaba a jugar en cinco contra cinco y a pensar demasiado, unos cuantos jefes de scouting arqueaban la ceja…

Así que la duda no es si Wiggins será un buen jugador NBA: será muy bueno. La cuestión es si será el líder generacional que parecía llamado a ser. Tiene que mejorar su tiro, aprender a leer los huesos del juego y convertirse en el excelente defensor que sus facultades físicas le permitirían ser. De entrada, tiene unas condiciones físicas superdotadas que le garantizan, si no media un cataclismo, una plaza en el Top-3 del draft. ¿Se quedará en un jugador al estilo Rudy Gay, será algo más parecido a Vince Carter o se erigirá en un líder para la historia de la NBA? Después de muchos años de especulaciones y cábalas, por fin estamos a punto de empezar a comprobarlo.