“Siempre digo que me hubiese gustado estar en plenitud cuando me tocaba medirme con LeBron. Habría que ver cuántos anillos tendría ahora”. Son palabras provenientes de la boca de Paul Pierce esta misma semana. Puede que ya no esté en Boston, pero sigue siendo el último gran referente espiritual de los Celtics, el capitán del equipo que se enfrentó primero con los Cavs y luego con los Heat de LeBron James hasta en cuatro ocasiones en los últimos entre los playoffs de 2088 y 2012. Así que sí, en el primer curso desde que el ‘Rey’ decidió regresar a Cleveland, los orgullosos verdes parecen su rival natural para inaugurar la postemporada 2015. “Les he visto numerosas veces a lo largo de mi carrera. A mi mente regresarán recuerdos de cuando jugaba contra ellos, además de volver al Garden”, rememora el alero. La última vez se enfrentó con los de Masachussetts en las eliminatorias por el anillo fue en la final de la Conferencia Este en 2012, una serie para quitar el hipo y en la que los viejos Celtics de Rivers, Garnett, Rondo, el propio Pierce (e incluso Ray Allen) estuvieron a un paso de obrar su último milagro. Entonces, decíamos LeBron tenía 27 años. Ahora ya cuenta con 30.

Así que dejando el romanticismo a un lado, comprobamos lo mucho que han cambiado las cosas. El ecosistema de fuerzas en la NBA (con excepción de los incombustibles Spurs) ha cambiado por completo. A priori nos encontramos ante uno de los cruces más desiguales de esta ronda inaugural. Si los de Bradley Stevens dejan en la cuneta a la todopoderosa franquicia de Ohio hablaremos de una de las mayores sorpresas y epopeyas en la historia del deporte. No les quepa ninguna duda que así sería. Y para los más escépticos, echen un vistazo a los antecedentes: los equipos de LeBron James nunca han caído a las primeras de cambio (9-0). Pero, por si acaso, conviene no menospreciar el Celtic Pride (orgullo 'celtic'). El equipo de los 17 anillos ha entrado en playoffs cuando nadie lo esperaba, logrando para ello un 24-12 de balance desde el pasado 1 de febrero. No está nada mal, sobre todo teniendo en cuenta que ya no contaban ni con Rajon Rondo ni con Jeff Green. Es más, llegan con una racha de 6 partidos invictos, cosechando dos de esas victorias ante unos Cavs que no se jugaban nada y que parecieron haber escogido rival. Ahora llega el momento de comprobar si dicha elección fue la acertada.

Los de David Blatt se enfrentan a un grupo compacto al que equipo es la palabra que mejor le define. Cuentan con un muy interesante (y mejor manejado por Stevens) combo de cuatro bajitos, el que forman el rookie Marcus Smart, el veterano Avery Bradley, el recién llegado Isaiah Thomas (el jugador verdaderamente capaz de marcar diferencias y claro candidato al premio a sexto hombre del año) y el renacido Evan Turner. Durante muchos minutos, su con razón muy piropeado, hace coincidir a tres de ellos sobre el parqué. Pero con un alero como LeBron enfrente esto puede ser como pegarse un tiro en el pie. Así que Jae Crowder, un ‘tres’ procedente de Dallas como moneda de cambio por Rondo, debería jugar un papel fundamental. Por dentro, la dupla Olynyk&Sullinger (este último recién salido de una lesión de larga duración) parece haber cedido los focos a Brandon Bass –quien aunque limitado es un incansable luchador- y un Tyler Zeller que empiza a demostrar lo que muchos esperaban. Pese a ello, flojearían ante cualquier juego interior de renombre, pero no es el caso de Cleveland, donde el gigante ruso Mozgov es casi el único referente. Sobre todo en defensa, una faceta en la que no acostumbra a remangarse en exceso Kevin Love. El de Santa Mónica, excelente jugador, será vigilado con lupa en esto playoffs. De su rendimiento dependerán buena parte de las opciones de anillos de los Cavs. Y no podríamos concluir sin hablar de Kyrie Irving. Con un cuatro veces MVP como compañero, no maneja tanto el balón como acostumbraba, pero su fiabilidad y calidad son indiscutibles. Y si tiene el día, él solito es capaz de meterte 57 puntos o de ganarte la final de un Mundial. En resumidas cuentas, que LeBron abre el asalto hacia su tercer título ante un viejo conocido: los Celtics siempre acaban encontrando el camino de vuelta.