SUNS 108 - WOLVES 101

Unos Wolves sin alma se hunden en un mar de 25 pérdidas

LaVine (28 puntos) y la segunda unidad mejoraron en el último cuarto la imagen de Minnesota, que chocó con los triples de Brandon Knight. Gris Ricky Rubio.

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No se dejen engañar por el 108-101 que reflejó el marcador final en el Talking Stick Resort Arena de Phoenix. Quien viera el partido sabrá que esa renta de 7 puntos no hace justicia a lo mostrado sobre el parqué por los Suns y los Wolves. A día de hoy, la diferencia entre ambos equipos es mucho mayor. Mientras que los de Arizona continúan enganchados al tren (aunque sea a la cola) de los Playoffs en el Oeste; Minnesota, en vez de conseguir cerrar su hemorragia, no hace otra cosa que avivarla. A su falta de acierto (maquillada en un último cuarto del que luego hablaremos) y a una colección de balones perdidos que se cerró en 25, hay que añadir una preocupante falta de alma. Un equipo joven como el suyo tiene derecho a padecer momentos de desconexión e inconsistencia, pero nunca mostrar una desidia como la que afloró en un bochornoso tercer acto.

Tras un inicio de curso esperanzador, el paso de los días y transitar por el salvaje Oeste han llevado a los Timberwolves a toparse de lleno con la dura realidad. Esa que se traduce en un solo partido ganado de los últimos 7 para lucir ya un récord de 9-14. Todo a ello a pesar que de esas 14 derrotas, 9 se han producido por una diferencia igual o menor a los 8 tantos. Aunque eso sí, la de este domingo por la noche (mediodía en Arizona) viene a mostrar que los de Sam Mitchell están más cerca de engordar el problema que de solucionarlo. Especialmente señalados quedan sus titulares (Ricky, Wiggins, Towns...), los mismos que componen su columna vertebral y que presenciaron desde el banquillo en el cuarto periodo cómo la segunda unidad y el veterano André Miller salvaban como podían la imagen del equipo.

Los Suns tampoco es que hicieran un partido para la historia. El madrugón les pilló a medio despertar. Así que se dedicaron a sobrevivir surtiendo de balones interiores a un Alex Len (18-7) que poco a poco va siendo ese jugador que tanto prometía y que le ganó la partida a Towns en uno de sus peores encuentros como profesional. Pero Wiggins salió enchufado y junto a Kevin Martin permitían viajar a los visitantes con rentas cortas a favor. Hasta que montaron el mercadillo benéfico de balones perdidos, lo que agradecieron Knight y Bledsoe para ir saliendo de letargo.

Dieng, falto de confianza y sin ideas ni recursos, no aprovechaba los minutos que le ofrecían las faltas de Towns y chocaba con el reaparecido Tyson Chandler. Un muro en defensa cuya sola presencia otorga una incalcuble tranquilidad al resto de sus compañeros.: +10 con él en pista para los pupilos de Hornacek. Vistas las sensaciones de los últimos minutos, para los visitantes lo mejor era el tanteo al descanso: un 55-49 que maquillaba sus 2 asistencias y 9 pérdidas en el segundo cuarto. Pero lo peor estaba por llegar. Físicamente, los lobos comparecieron sobre el parqué tras la reanudación, pero su cabeza seguía en los vestuarios. Sin sangre, fueron arrollados a base de mates y bandejas sin oposición que los Leuer, Teletovic (le ganó la partida a su excompañero en el Baskonia Nemanja Bjelica) y Len aprovechaban para dispararase impunemente en el marcador (85-64). Mientras, a la vez que el resto, Ricky naufragaba para firmar unos números muy pobres: 1 punto (con 0/4 en tiros), 7 asistencias, 3 robos y 4 pérdidas. El tobillo izquierdo continúa dándole problemas (se le vio con hielo en el banquillo durante algunas fases), lo que hace que de nuevo sus porcentajes se vean sensiblmente mermados: 33,8% en tiros de campo y 20% en triples.

Ante semejante sonrojo, Mitchell no se lo pensó e introdujo en pista a un Andre Miller que cumplirá 40 años el próximo marzo. Con él al mando, se redujo ostensiblemete el número de balones perdidos y la armonía del equipo aumentó. Viéndose ganadores, los Suns se relajaron en exceso. Circunstancia que aprovecharon Muhammad, Rudez y sobre todo LaVine (perdió el norte antes del descanso, aunque fue el único que de verdad creyó en la remontada: 28 tantos para firmar su tope del curso) para ir recortando la distancia e incluso reducirla por debajo de la psicológica barrera de los 10 tantos. Pero entonces apareció Brandon Knight para demostrar por qué apunta al All Star y con tres triples (sin oposición) casi consecutivos, intercalado con otro de Bledsoe, asestar la puñalada definitiva a un equipo sin alma y corazón.