KNICKS 106-BULLS 94

Gasol, más problemas de rodilla y los Bulls, contra las cuerdas

Pésimo partido de los Bulls sin Pau, segunda derrota en dos días contra los Knicks y los playoffs, cada vez más difíciles: a un partido y medio de los Pistons con once por jugar.

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El año pasado los Bulls, con todas las cosas que les pasaron, perdieron 32 partidos (50-32). El anterior, con todas las cosas que les pasaron, perdieron 34 (48-34). Ahora mismo, ya han perdido 34 de la presente temporada (36-35) y cada vez son más novenos del Este con cada vez menos tiempo. Poco a poco pierden de vista al séptimo (Indiana Pacers, 38-33) y reducen el delicado hilo de vida que les queda a una pelea a muerte por el octavo puesto con los Pistons (38-34) y los Wizards (décimos, 35-36). Están a un partido y medio de Detroit cuando solo les quedan once por jugar. El margen de error empieza a ser minúsculo para un equipo que básicamente ahora mismo es eso: un error.

Después de tres victorias seguidas, los Bulls han perdido dos veces en dos días contra los Knicks (en el Madison, 106-94), que venían de tres derrotas seguidas y ya no tienen más objetivo que (una vez más) acabar temporada soñando construcciones imposibles para la próxima. Eso es una línea roja para un equipo que se la debería estar jugando en cada partido, casi en cada minuto, pero que en absoluto transmite eso en pista: los Bulls no pueden perder, vengan las circunstancias como vengan, dos partidos en back to back contra los Knicks. No con el agua tan al cuello. No sabemos qué pensarán Tom Thibodeau en su casa o Joakim Noah en su convalecencia. O Pau Gasol, que no pudo jugar porque se le inflamó esa rodilla de la que ya advirtió que no sería precisamente su aliada durante el resto de la temporada. Ahora mismo, otro problema tremendo para los Bulls: Pau solo jugó 25 minutos en la primera derrota (solo 4 puntos y 5 rebotes) y ni pudo vestirse en la segunda. A perro flaco...

El resto es lo que ya nos hemos aprendido de memoria de este equipo: ni va ni viene. De repente Derrick Rose entra en una buena racha de juego (esta vez 30 puntos, incluido su primer mate del año) pero ahora es Jimmy Butler (14 puntos, 3 rebotes, 3 asistencias) el que busca ritmo tras su lesión. Y la guardia joven sigue siendo lo suficientemente inconsistente como para dar más volatilidad a un equipo al que cualquier golpe de viento desplaza varios kilómetros del camino principal. Mirotic, tras sus 35 puntos y 9 triples, se quedó en 8 (y 0/3 en triples…). McDermott ni anotó y los Bulls solo estuvieron por delante en el 7-8, tras canasta de Gibson.

El resto fue el despegue del equipo que, simplemente, parecía mejor y parecía tener más interés por ganar. Cuando juegas contra los Knicks, si sucede lo primero es un drama. Cuando te juegas los playoffs a todo o nada, si sucede lo segundo es una señal de podredumbre anímica. Como sentencia y casi como resumen de lo que fue el partido, los Bulls vieron como tras ponerse a once (94-83) a falta de cuatro minutos, los Knicks salieron del consiguiente tiempo muerto con dos triples de Calderón y Carmelo (100-83, game over). Entre Anthony (26 puntos, 7 rebotes) y Porzingis (19+10) se bastaron, bien arropados por Afflalo, Derrick Williams y un Calderón que movió bien al equipo, dio algún pase en versión highlight y terminó con 12 puntos, 7 rebotes y 7 asistencias.

La defensa de los Bulls, que otra vez perdieron el rebote, volvió a ser un drama. Pero es que el ataque se quedó (ante los Knicks…) en un 41% en tiros con un 6/25 en triples. Y el caso es que, si uno mira el roster del equipo en un partido como este, parece justo que las aspiraciones no puedan ser desmedidas. Pero la falta de actitud, o de rebeldía o de ambas cosas, es lacerante. Es más que un problema y Hoiberg, coartada de lesiones al margen, lleva toda la temporada a vueltas con ello. Y ya se sabe: si al enésimo intento no has resuelto el puzzle, a veces simplemente desparramas todas las piezas de un manotazo y lo das por imposible. Esa sensación dan ahora mismo los Bulls.