El cambio de actitud y algunas declaraciones y actos de LeBron James tienen mosqueados en los últimos días a unos Cavaliers que tampoco tienen claro si acertaron al dejar a Tyronn Lue al frente del equipo. A falta de que los playoffs juzguen, evidentemente un anillo lo arreglaría todo, los Cavs envían síntomas de polvorín latente, que podría explotar si las cosas no van bien durante las eliminatorias. LeBron ha hablado varias veces durante la temporada de la necesidad de jugar al máximo física y mentalmente, pero su equipo volvió a no hacerlo en Brooklyn. Después, aseguró que habían "dado pasos atrás en un momento de la temporada en el que no nos lo podemos permitir". Y durante el partido, se mostró muy enfadado por unas lagunas defensivas que se han hecho habituales desde el ascenso de Lue, curiosamente especialista defensivo cuando el head coach era Blatt:

Los que analizan al detalle cada paso que da LeBron, recuerdan otras acciones recientes en las que su comportamiento no ha sido el habitual. Contra los Pacers y Paul George, rivales encarnizados durante sus años en Miami, dejó de correr para poner uno de sus habituales tapones llegando por detrás con, además, el marcador empatado ya en el tercer cuarto. A partir de ahí, claro, un anillo lo arreglaría todo...