WARRIORS 104 - CAVALIERS 89 (1-0)

¡Los Warriors golpean primero! Ni Curry ni Klay: a los Cavs les ganaron Livingston e Iguodala

Tremendo partido de los suplentes de los Golden State Warriors (45-10 en puntos del banquillo). LeBron y Kyrie Irving lo intentaron todo.

Oakland
0

En El Mago de Oz, Dorothy, pasmada ante un mundo absolutamente desconocido para ella, le dice a su perrito “Totó, creo que ya no estamos en Kansas”. Algo así fue este primer partido para los Cavaliers, un encontronazo por las bravas con la realidad de las Finales, con la inevitable colisión contra el ogro del Oeste. La historia que LeBron James se sabe de memoria (2-4 en Finales… antes de esta) y que lleva este año el extra de que el ogro ha firmado la mejor Regular Season de la historia y viene de remontar un casi irremontable 1-3 en una final del Oeste de la que salió pareciendo finalmente invulnerable. Los Cavaliers, sobre el papel, tenían que estar preparados para ello. Pero solo lo pareció en un tramo muy concentrado del partido que abrió las Finales 2016. Trataron de manejar las tramas principales, plan con el que les sobra en su Conferencia, y dejaron a un lado las secundarias. Seguramente por obligación. Pero su rival, estos Warriors casi perfectos, no son un simple superventas: sin una novela río, una enciclopedia de grandes historias que confluyen en uno de los vehículos más maravillosos sobre los que jamás haya circulado el baloncesto, un deporte que está redefiniendo, casi reinventando. Totó, creo que ya no estamos en la Conferencia Este…

Los Cavs desplegaron sus ayudas defensivas muy lejos de su zona, sin más idea que (si hay una forma de ganar a los Warriors pasa por ahí, eso es obvio) comprimir a Stephen Curry y Klay Thompson. Lo lograron: nunca en las dos últimas temporadas los Splash Brothers habían anotado tan poco en el mismo partido, 11 Curry y 9 Klay, 4/13 en triples y 8/27 en tiros totales entre los dos. Objetivo cumplido para el visitante… y derrota aplastante (104-89). Lo que les sucedió se llama, ni más ni menos, Golden State Warriors. Lo hemos dicho de principio a fin de esta temporada inolvidable: son el mejor equipo del mundo porque tiene a Curry y Klay pero son uno de los mejores equipos de la historia porque tiene muchas otras cosas.

Draymond Green recuperó la vitalidad en cuanto perdió de vista a Adams e Ibaka (16 puntos, 11 rebotes, 7 asistencias, 4 robos). Y el banquillo de los Warriors, un cruce que tiene que ganar cualquiera que pretenda derrotar a este equipo, salvó su duelo con el de los Cavs en 45-10. Barbosa anotó 11 puntos sin fallar un tiro (5/5), Ezeli defendió por toda la pista y dos jugadores extraordinarios abrocharon la victoria con una mezcla formidable de defensa, inteligencia, competitividad, lectura de juego y personalidad: Livingston anotó 20 puntos (8/10 en tiros) e Iguodala, MVP de las últimas Finales, jugó un partido simplemente memorable: 12 puntos, 7 rebotes, 6 asistencias, dentro los tiros que había meter… y solo una canasta de LeBron en los 22 ataques en los que le defendió. Este es el equipo de Curry, Thompson y Green; Pero a veces se nos olvida hasta qué punto, en todos los sentidos, es también el equipo de Andre Iguodala.

Los Cavaliers perdieron dos veces

Hace ocho días, conviene recordarlo, los Warriors encajaron el 1-3 en Oklahoma City y olían a decepción y vacaciones. Cuatro partidos después, están a tres triunfos de repetir anillo… en una temporada en la que acumulan 86. Fueron muy superiores siempre pese a que los Cavaliers hicieron su partido en las trincheras, a la contra y finalmente a la desesperada. Lo peor es que a la mínima se pusieron en manos de LeBron cuando esta vez parecían no necesitar tantísimo pulsar ese botón rojo. Su plan defensivo fue bueno pero su aplicación dejó suficientes vías de entrada a un rival que no perdona. Kevin Love (17 puntos, 13 rebotes) fue de menos a más pero no fue un agujero negro, y Kyrie Irving galopó para lo bueno y lo malo: 26 puntos y 7/22 en tiros. 1/9 en jugadas en las que amasó la posesión sin soltar la bola pero un goteo de canastas que sostuvieron a su equipo en el partido hasta el descanso (52-43 tras un peligrosísimo 43-29) y lo lanzaron después hasta un 67-68 cerca del final de un tercer cuarto en el que los Warriors se congelaron, pendientes de cómo reinterpretar el partido para sus dos estrellas… o simplemente, como tantas veces, de que estas empezaran a enlazar tiros ilógicos.

En lugar de eso, lo que sucedió fue el regreso de la segunda unidad: de la defensa, la circulación inteligente, la gestión exacta de cada jugada y los tiros letales desde media distancias: el regreso de Iguodala y Livingston. En seis minutos, del 67-68 al 96-76. Y poco después, dos triples de Curry y Klay que olieron más a prólogo del segundo partido que a epílogo del primero. Los Cavs remontaron con lo que fueron en las Finales 2015 (e Irving): defensa de supervivencia, control del rebote, gestión del ritmo. Y tan rápido como entraron en partido, fueron expulsados de él. Sin ceremonias y sin aspavientos, con un simple bofetón de baloncesto. Mala señal, desde luego.

LeBron terminó con 23 puntos, 12 rebotes y 9 asistencias. Empezó bien, con más problemas de los habituales contra Harrison Barnes, pero percutiendo hacia el aro y sosteniendo de salida a su equipo, más bien anticlimático en el peor día posible. Después fue a menos, quizá tratando de que no todo dependiera de él, quizá harto de Iguodala, quizá sencillamente limitado esta vez a lo que vimos. Que no fue poco, pero no fue lo de otras veces. Con mejor acompañamiento, jugó peor. Y JR Smith casi ni tiró y Dellavedova y Frye fueron dos sombras. Así que la pregunta es si los Cavs tienen un plan que tarde o temprano les funcionará o si perdieron una ocasión de oro en un mal día de dos jugadores (Curry y Klay, Klay y Curry) que en cualquier otro momento meterán cualquier tiro imaginable (o no) por muy bien que se les defienda. Pinta más a esto segundo y a un primer momento crítico el domingo: si salen 2-0 de Oakland, costará mucho confiar en ellos, por mucho que viajen a su pista, por mucho que los playoffs se escriban recto pero con renglones torcidos y por mucho que tengan a LeBron James. Enfrente hay una bestia nueva, hasta ahora desconocida, colosal: Golden State Warriors, un montón de tramas que conforman una historia maravillosa. No, Totó, creo que ya no estamos en Kansas…