Muhammad Ali, invitado de lujo

Baloncesto NBA | La intrahistoria

Muhammad Ali, invitado de lujo

Muhammad Ali, invitado de lujo

reuters

Visitó al Este en su vestuario

El vestuario de las estrellas del Este se iluminó: en un relámpago, junto a Ray Allen, Joe Johnson y Dwyane Wade, que se daban codazos de emulación como chiquillos, la mayor estrella del deporte de EE UU se hizo carne mortal junto a las estrellas de la NBA. Allí, en ese vestuario, apareció Muhammad Ali, ex Cassius Clay, de Louisville: aquel que danzaba como mariposa y picaba como una avispa.

Sólo fue un relámpago, la cola de un cometa, el resplandor de la llamarada. De aquel estupendo ser humano, lo mejor que nos queda es el mito. El actual Ali tiembla constantemente por los efectos avanzados del parkinson, no puede articular palabra y apenas puede desplazarse sin ayuda. Ali, residente en Phoenix, caminó por el US Airways Center rodeado por el brazo de su mujer, Lonni, y blindado por una granítica escolta de seguridad que no toleró preguntas. Tras la visita al vestuario del Este, que desató el entusiasmo en los jugadores, Ali se colocó unas gafas ahumadas para protegerse de los focos y, tembloroso, tomó asiento, junto a Lonni, en las sillas más cercanas al banquillo del Este. Se quedó en mangas de camisa celeste. A los 67, el viejo Muhammad no es más que aquel chico deportista de Lousiville, campeón olímpico en 1960, en Roma. Adora sentirse parte del show. Lonni le protegía amorosamente y, entre silla y pista, tres guardaespaldas colosales amurallaban al hombre que supo resistir a Sonny Liston, Joe Frazier, George Foreman y al reclutamiento para Vietnam. Fue sólo un relámpago entre estrellas. El relámpago del Más Grande.