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ANÁLISIS

Ante Tomic: de un feo final en el Madrid al éxito en el Barcelona

Tomic es ahora mismo el segundo jugador en eficiencia de la ACB y el tercero de la Euroliga. Tras no comulgar con Laso, se ha transformado en el Barça de Pascual.

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Ante Tomic: de un feo final en el Madrid al éxito en el Barcelona
MACIEJ KULCZYNSKIEFE

Ante Tomic está (27 años) en plena madurez y en el mejor momento de su carrera. Lo ha dicho él recientemente y lo dicen los números. El croata ha pasado de ser el talento de competitividad en cuarentena al que dejó ir el Real Madrid a convertirse en el ancla de la mejor versión del Barcelona en los últimos cinco años, desde la temporada en la que ganó su segunda Euroliga (2009-10). Precisamente el año en el que él aterrizó en la ACB para jugar al otro lado del puente aéreo.

Estos son los hechos: Ante Tomic llega a Madrid recién estrenado 2010, todavía con 23 años y ya una reputación en la Liga Adriática (estaba promediando casi 18 puntos y 9 rebotes por partido) que le había valido el calificativo de “Gasol del Este”. Hacía un año y medio que Utah Jazz, por si acaso, le había dado el número 44 del draft de 2008. Por si acaso: con 217 centímetros y un talento desbordante para jugar cerca del aro, Tomic debería haber sido ya carne de NBA. No lo ha sido por esas mismas cuestiones de carácter y preparación que le sacaron del Real Madrid. En ese momento, un punto de inflexión en su carrera, Xavi Pascual percibió que el Tomic del Barcelona podría ser un Tomic muy distinto al del Madrid y ganó la puja a Efes y CSKA (de Messina, su primer entrenador en la capital). A pesar de todo, tantos centímetros y tanta altura merecían una apuesta firme: pese a su feo final de blanco, cambió los dos millones de euros por tres años que le dio el Madrid por los 1,8 por temporada que, aproximadamente, pasó a ganar en el Barcelona.

El tránsito Madrid-Barcelona fue la noticia del verano baloncestístico de 2012. En el Real Madrid no pocos arquearon la ceja porque temían que, a pesar de todo, podían estar poniendo una bomba de neutrones en manos de su mayor enemigo. En el Barça y para otros cuantos, era difícil de entender que se invirtiera en ratio de súper estrella en un pívot que no parecía sevirle al, vasos comunicantes, mayor enemigo.

La realidad es que, seguramente, el cambio fue bueno para todos. El Barcelona necesitaba un jugador de su perfil y la relación de croata con el Real Madrid estaba bajo mínimos. El Barça acababa de remontar un 1-2 para ganar un improbable título de ACB 2012 (3-2) sellado en un quinto partido en el Palau en el que Tomic desapareció: 2 puntos, 1/7 en tiros, sólo 5 de valoración y 11 rebotes que no borraron la sensación de que Fran Vázquez le había robado todos los importantes. Laso, recién llegado, y él ya no se entendían y sus compañeros de vestuario señalaron su falta de energía e implicación como una de las claves de la derrota. Algunos dejaron caer que no iba a crecer mucho más un jugador con cierta alergia a conceptos como gimnasio y disciplina. Aquel Real Madrid, además, era un equipo que fusilaba desde el exterior, con muy poco peso de las zonas y gusto por los interiores que se limitaban a poner bloqueos, hacer trabajo de albañilería y, mejor que mejor, correr la pista. Una falta de equilibrio que se demostró nociva y que se ha ido solucionando desde entonces, en viraje hacia la estructura actual (Bourousis, Ayón, Mejri, Nocioni, Felipe, Slaughter).

Tomic había dado varios pasos atrás en esa segunda temporada completa en el Real Madrid. En la anterior (2010-11) había promediado en Euroliga 9,9 puntos y 5,3 rebotes (10,7 de valoración) y en el resto de competiciones 10,1 puntos y 4,3 rebotes. Superaba los 21 minutos en pista por partido y promediaba algo más de 8 tiros. En la 2011/12, sin embargo, se vulgarizó en una melodía que fue desafinando cada vez más en la partitura del primer proyecto Laso: en Euroliga, sólo 6,7 puntos, 3,7 rebotes y 6,9 de valoración media. Y apenas 5,4 tiros por partido. En los playoffs que acabaron en la derrota ante el Barça, sólo 18 minutos de juego con 7,2 puntos, 5,9 rebotes, 8,9 de valoración… y 6,2 tiros.

Ese Ante Tomic flácido quedó estigmatizado, sobre todo para la afición del Real Madrid. En el Barcelona, sin embargo, le esperaban un entrenador que apostó por él en un momento de cambio de ciclo (tras la etapa coronada con la Euroliga 2010) y y un equipo que necesitaba una referencia ofensiva en la zona, una a la que se le cayeran los puntos de los bolsillos. El Barça de Pascual es un equipo de ritmo mucho más medido y partidos mucho más controlados, en el que el juego en cinco contra cinco, las posesiones de más de diez segundos y el tránsito del juego por las zonas son fundamentales. De la conveniencia mutua salió la actual versión de Tomic: él necesitaba el cambio y necesitaba un equipo como el Barcelona que, a su vez, le necesitaba a él.

En su tercera temporada en el Barça, Tomic es uno de los jugadores de mayor impacto y eficiencia tanto en la ACB como en la Euroliga. Gracias a su talento, intocable, pero también a que ahora es un jugador más intenso en defensa, más concentrado en la lucha por el rebote y, en definitiva, mucho más completo. Cuando está en pista, el juego del Barcelona pasa por él, incidiendo hasta lo absurdo (pero con una eficacia deslumbrante) en el pick and roll con Marcelinho Huertas. El actual Tomic anota, rebotea y continua jugadas para los cortes de sus compañeros. Y decide partidos en un puñado de minutos: 29 de valoración en 28 minutos ante el Armani, 17 en 15 ante el Turow o 27 en 22 ante el Bayern. Eso en Europa. En ACB, su incidencia es aún más demoledora: 15 de valoración en 11 minutos ante el Murcia, 26 en 20 ante el Manresa. En Euroliga juega 21 minutos por partido. En ese tiempo anota 11,6 puntos, 7,3 rebotes y 18,4 de valoración. Anota el 66% de sus tiros de campo y el 71% de sus tiros libres, asunto en el que ha recuperado el pulso después de pasar por un túnel la pasada temporada. En Liga Endesa, juega 20 minutos y en ese tiempo, medio partido, acumula 15,1 de valoración con 8,2 tiros: 11,9 puntos, 6,2 rebotes y 58% en tiros.

La explosión definitiva de un proceso que comenzó a asentarse en su segunda temporada de azulgrana tras una primera (2012-13) con luces pero también con alguna sombra. En el último Top 16 fue el mejor jugador de Europa con 16,3 de valoración en 22 minutos de media… y 2,2 asistencias, un salto descomunal con respecto a las 0,7 de su última temporada en el Real Madrid. Fue Jugador del Mes en febrero después de acumular en sólo dos partidos (ante Laboral Kutxa y Efes) 76 de valoración, 50 puntos, 24 rebotes, 19/25 en tiros y 14 faltas recibidas.

Tomic es ahora mismo el séptimo jugador más valorado de la Euroliga pero el tercero en proyección a 40 minutos (34,5). Donde no le penalizan los descansos que le permite la profundidad de plantilla del Barcelona, sólo le mejoran otros dos pívots: Kaun (36,9) y Marjanovic (35,5). En la ACB sucede algo similar. Es noveno en valoración (15,1) pero todos los demás que ocupan las primeras plazas del ranking juegan más que él. Sólo Stevan Jelovac le supera en la proyección a partido completo: 31,6 por 30,2 de Tomic. Son los dos únicos que pasan de 30. En este baremo el más valorado, Sikma, se queda en 25,4.

Así que Tomic se ha convertido, definitivamente, en un jugador absolutamente determinante y también en un termómetro del Barcelona. En la pasada semifinal de la ACB, ante el Valencia Basket, promedió 19,3 de valoración en los tres triunfos de su equipo y 5 en las dos derrotas. En la final, ante el Real Madrid, combinó 50 de valoración entre el primer partido (22) y el último (28), dos triunfos que inclinaron la final y la cerraron para los de Pascual. Pero ese cambio del blanco por el azulgrana en 2012 hace que cada vez que hay un Barcelona-Real Madrid, parte de la narrativa del partido se centra inevitablemente en él…

Ante Tomic y los Clásicos

Porque a Tomic le sigue con lupa el barcelonismo, claro, pero también el madridismo. Especialmente en los duelos directos, en lo que hasta ahora no ha tenido demasiada suerte. Ha jugado ya 37 Clásicos (no tuvo minutos en la final de Copa de 2010 que ganó con una autoridad aplastante el Barça. De ellos, ha ganado 13 y ha perdido 24. En realidad le tocó vivir como madridista el final del dominio azulgrana (antes de la era Laso) y le ha tocado como barcelonista asistir al resurgir competitivo del Real Madrid. Ese 13-24 se divide así: 6 ganados y 12 perdidos con el Real Madrid, 7 y 12 con el Barcelona. Además, ha ganado batallas pero ha perdido muchas guerras: ha perdido cinco veces en cinco participaciones en la Supercopa y ha perdido dos finales de Copa (una con cada camiseta) aunque ganó la de 2012, la primera de las tres seguidas que ha conquistado el Real Madrid. En Euroliga, perdió la serie cuartos de 2010 ante el Barça y ha perdido dos semifinales seguidas (2013 y 2014) ante el Real Madrid. En Liga perdió una final con cada equipo antes de ganar la última. Otro dato curioso: ha vivido con la camiseta equivocada una de las derrotas más duras de la historia de cada uno. Estaba en el Real Madrid que cayó 89-55 en una final de Supercopa y estaba en el Barcelona que se hundió en semifinales de la pasada Final Four de Milan (100-62).

Sus números con cada bando también dejan claro que es más feliz como azulgrana. En sus Clásicos con el Real Madrid promedió 11,5 puntos, 5,4 rebotes y 12,5 de valoración. Con el Barcelona está promediando ante el eterno rival 13,3 puntos, 7,2 rebotes y 16,4 de valoración.

Ha tenido, por supuesto, sus revenge games, ese concepto tan estadounidense que enlaza con el placer que produce hacerle un roto a un exequipo con el que no terminaste de la mejor manera. Además de la citada última final de la ACB, Tomic jugó uno de los mejores partidos de su carrera en el memorable 108-111, prórroga incluida, de los cuartos de Copa de 2013. Tomic fundió a un Madrid que llegaba como favorito (el Barça fue después campeón) con 33 de valoración en 33 minutos: 20 puntos, 7/9 en tiros, 11 rebotes y 4 tapones.

Tomic y la NBA

La relación de Tomic con Utah Jazz no ha pasado hasta ahora del seguimiento por parte de la franquicia y de una distancia mutua que podría reducirse ahora, si el pívot croata termina de demostrar cuando lleguen los grandes retos de la temporada que es por fin un jugador definitivamente fiable desde el punto de vista competitivo. Desde luego, no hay muchos pívots en la NBA con su combinación de centímetros y talento, pero su carácter había impedido que se pensara en él como un jugador importante en Estados Unidos. Al menos hasta ahora. Él ha asegurado que antes quiere ganar la Euroliga con el Barcelona, y los Jazz manejan un juego interior joven en el que están invirtiendo tiempo, dinero y paciencia (Favors, Kanter, Gobert…). Pero ahora, casi por primera vez, se puede pensar de forma realista en un Tomic con incidencia en una rotación NBA. Parece una apuesta arriegada pero como mínimo ha dejado de ser simplemente una posibilidad excéntrica. Lo que está claro es que al Barcelona (al que ya le costará retener a los Abrines, Hezonja, Satoransky o Todorovic) no le haría ninguna gracia. No con el actual Tomic.