Es de sobra conocido por todos y a lo largo de estos días la siguiente afirmación se repetirá como un mantra: Zeljko Obradovic es el técnico más laureado en la historia de la Euroliga y uno de los mejores de la historia en el baloncesto europeo. La primera participación del maestro Obradovic en la máxima competición continental tal y como hoy la conocemos (hagamos memoria, los clubes tomaron el control del torneo tras escindirse de la FIBA en el año 2000) tuvo lugar en la temporada 2001-02. Desde entonces, sólo faltó durante el año sabático que se tomó en el curso 2012-13 tras abandonar las filas del Panathinaikos (en el OAKA se le sigue venerando como a un dios). Tras poner fin a su retiro temporal, aceptó el enésimo reto de su legendaria carrera: conseguir la primera corona continental para el Fenerbahçe, rival del Real Madrid en la segunda semifinal de la Final Four.  

Durante todo este tiempo, Obradovic ha dirigido a muchos de los mejores jugadores que ha visto el Viejo Continente en los últimos 20 años. A saber: Bodiroga, Alvertis, Papadopoulos, Diamantidis, Batiste, Siskauskas... Todos ellos jugadores o ya exjugadores venerados y de primer nivel, piezas a partir de las cuales poder construir con garantías un equipo campeón. Sin embargo, pese al notable rendimiento de muchos de estos ilustres nombres bajo sus órdenes, en los equipos de Zeljko siempre ha primado el colectivo por encima de lo individual. Es lo que tienen los grandes entrenadores, son capaces de armar bloques compactos y sin fisuras. Grupos campeones en los que el ego se echa a un lado para dejar paso al sacrificio. 

Por ello llama la atención ver como Andrew Goudelock se ha convertido a lo largo de la presente campaña en el máximo anotador de cualquiera de los equipos de Obradovic desde los 20 puntos por partido que promedió Dejan Bodiroga en la Euroliga 2001-02. Desde entonces, nadie puede presumir de haber logrado los 16,4 tantos que la Mini Mamba ha firmado este curso. En su primer año en el club de Estambul, Goudelock se ha hecho con el protagonismo ofensivo de los turcos. En una plantilla en la que convive con Nemanja Bjelica, Emir Preldzic, Jan Vesely, el lesionado Ricky Hickman y Bogdan Bogdanovic, el escolta estadounidense ha sabido hacerse oír a base de talento y potencial ofensivo a raudales. Prueba de ello es que ejecuta el 20,44% de los lanzamientos de los otomanos (por el 21,34% que Bodiroga protagonizó en su día en las filas del Panathinaikos que acabó conquistando en 2002 la tercera de sus seis cetros continentales). Quedan avisados, Goudelock amenaza con dar un disgusto a base de triples (convierte más de dos por encuentro y en noviembre de 2014 hundió al Bayern de Pesic con 10 triples en el mismo partido) al Madrid en la Final Four de casa.

Para quien no le conozca, decir que se le conoce con el apodo de Mini Mamba por su parecido en el juego con la Black Mamba. Un Kobe Bryant con el que coincidió en los Lakers. Sin embargo, su andadura en los angelinos no resultó satisfactoria por lo que en el verano de 2013 decidió dar el salto a Europa. Cruzó el Atlántico hasta aterrizar en la gélida Kazán, a cuyo club (el Unics) clasificó a la penúltima final de la Eurocopa. El Valencia de Perasovic le dejó sin el premio definitvo, pero aun así fue designado como MVP de la segunda competición continental tras convertir 18,8 puntos por duelo. El mismo galardón que recibió en la fase regular de la VTB League (la liga que engloba a varios de los mejores equipos de países como Rusia, Lituania, Letonia...) y en la Copa rusa, torneo en el que sí se llevó el gato al agua.

Con semejante carta de presentación, fueron varios los clubes que pujaron por hacerse con sus servicios el pasado estío. Finalmente, el Fenerbahçe fue el afortunado. En la capital de la antigua Constantinopla se ha adapatado a las primeras de cambio: en las cinco primeras jornadas de la primera fase de la Euroliga acumuló otras dos distinciones como el jugador más destacado, la semana pasada fue elegido en el segundo mejor quinteto de la competición... Un currículum impresionante al que hay que añadir quizá el mayor de sus logros personales: convertirse en el máximo hombre de confianza de Obradovic (nadie juega más que él). Palabras mayores.