En Estados Unidos, uno es del equipo de su universidad. Siempre y pase lo que pase. Especialmente los deportistas, criados en esas alma mater de las que ya jamás se olvidan: recientemente Draymond Green donó más de tres millones de dólares a Michigan State, la universidad desde la que saltó vía draft a Golden State Warriors, donde se ha convertido en uno de los mejores jugadores de la NBA para sorpresa de casi todo el mundo (fue elegido con el número 35 en 2012). Por su parte, LeBron James no pasó por la NCAA pero sus colores son los de Ohio State, la gran universidad de su Cleveland natal.

Cuando en la temporada de football de la NCAA se enfrentaron los Spartans de Michigan State y los Buckeyes de Ohio State, a la rivalidad regional entre ambos pesos pesados del deporte estadounidense universitario se sumó el picante que añadieron en las redes sociales LeBron y Green, que apostaron sobre el resultado del partido y lo hicieron con vino como moneda de pago: ganaron los Spartans 17-14… y se llevó Green la apuesta.

Y LeBron ha cumplido y lo ha hecho a lo grande. El Rey ha pagado con un vino que, no por casualidad, se produce cerca de la Oakland de los Warriors, en los viñedos californianos de Silver Oak. Y lo ha hecho con unas botellas de Napa Valley Cabernet Sauvignon de la cosecha de 2010 que se venden a 110 dólares la botella. Como LeBron le envió dos cajas de doce, el total del regalo/pago se disparó por encima de los 2.500 dólares.

Y Green, claro, no perdió la ocasión de agradecer el detalle: “LeBron… ese tío es un buen hombre. Sabe que un jovenzuelo como yo no puede permitirse un vino tan caro y se ha encargado de tenerme contento. Así ha sido: LeBron es un tío de palabra”. El sarcasmo tantas veces habitual en la turbina de los Warriors, que el pasado verano firmó un contrato por cinco temporadas y 85 millones de dólares con el equipo de la Bahía de San Francisco.