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Tanking: ha llegado la hora de empezar a perder partidos

La conveniencia de sumar derrotas con el draft en mente sigue centrando debates en la NBA. Pero ni todos los que pierden lo practican ni los resultados están garantizados...
Final NBA: Warriors vs Cavs, juego 4

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Tanking: ha llegado la hora de empezar a perder partidos

En el diccionario de la NBA, aunque sea filosóficamente reprobable y todos se pasen la vida diciendo que no lo hacen mientras lo hacen, nunca debería faltar el término tanking: perder a propósito en versión cruda, no hacer todo lo que se podría hacer para ganar en una más edulcorada. El reverso tenebroso de un sistema de competición en muchas cosas más equitativo que el europeo, una mancha fea en la imagen de la liga o un fraude imposible de combatir mientras las soluciones (las hay: se plantean en goteo constante) no mejoren de forma evidente el entramado actual por el que los peores equipos eligen a los mejores jugadores del siguiente draft: los catorce que no entran en playoffs van a la lotería y eligen en función de un sorteo en el que se tiene más opciones de llevarse el número 1 cuantos más partidos se hayan perdido. Después se ordenan los otros 16 equipos de forma descendente (el mejor para el final) hasta completar los 30 que eligen en dos rondas.

El tanking existe. Los equipos tantean aunque esté feo. Los equipos: no los jugadores. Las franquicias. Los jugadores juegan para ganar pero son las franquicias las que llevan al proyecto deportivo a situación de no ganar. A veces desde el arranque de la temporada con la planificación en los despachos. Otras sobre la marcha y con la aquiescencia del cuerpo técnico. Si hace falta, en partidos puntuales. Traspasos sospechosos, rotaciones condicionadas, bajas por lesión que se alargan demasiado, finales de partido con decisiones estrambóticas… porque es lo mejor para la reconstrucción, porque todo sale mal y a la temporada no le queda nada más que rescatar, porque desde la Universidad asoman jugadores generacionales, simplemente buenísimos o que encajan como un guante en eso que necesitas y que no hay maldita manera de conseguir en el mercado. Porque se opera desde un mercado pequeño o porque las estrellas cambian de aires y rompen corazones… el tanking existe. Y estos son algunos de los ejemplos más significativos de la historia de la NBA, por escandalosos o por eficaces:

-El draft de 1984 fue el último sin lotería. Una moneda al aire decidía quién elegía primero entre los dos peores equipos de la Temporada Regular y Houston Rockets se dejó ir descaradamente porque daba igual ser primero que segundo: estaban por ahí Olajuwon y Michael Jordan. El caso es que, ya se sabe, los Blazers le dieron el dos a Sam Bowie y envolvieron en papel de regalo a Michael Jordan con destino Chicago.

-Sobre la temporada 1996-97 se alargó la sombra de Tim Duncan. Tras una grave lesión de David Robinson, los Spurs se quedaron en manos de un Dominique Wilkins veteranísimo y se llevaron el 1 y al ala-pívot. El resto es historia. Otros equipos lo intentaron con menos suerte. Los Celtics, por ejemplo. De hecho tenían dos picks que acabaron siendo el 3 y el 6. Pero se los dieron a Chauncey Billups, que triunfó mucho después fuera de Boston, y Ron Mercer. El número 9 fue Tracy McGrady.

-En 2003 todo el mundo quería a LeBron James. Especialemente el equipo de su Cleveland natal, unos Cavaliers que además rumiaban el cambio de dueño que sobrevino después. El que era propietario, Gordon Gund, lo negó. Pero el entrenador John Lucas dijo esto: “Hicieron traspasos para dejarnos solo con los jugadores jóvenes. Se trataba de vender el equipo y hacerse con LeBron… y no puedes culpar a la franquicia por tener ese plan”.

-A nivel de partido, el epitome seguramente sea el Minnesota Timberwolves-Memphis Grizzlies que cerró la temporada 2005-06. Los Wolves necesitaban perder porque su pick en el draft se iba a ir a los Clippers si caía por debajo del top 10. Los Grizzlies tampoco tenían mayor interés en ganar y los Wolves pudieron perder pero tras dos prórrogas, sin poner en pista a Kevin Garnett y Ricky Davis y después de basar su ataque en triples de Mark Madsen, que llevaba un 1/9 en seis años y firmó ese día un 0/7.

Y después están los actuales Sixers, claro. Una planificación del fracaso tan obvia y meticulosa que ha hecho falta usar un eufemismo (el proceso, the process) para evitar hablar de tanking a todas horas. En las dos últimas temporadas, 19-63 y 18-64. En la actual, 8-46, una tonelada de récords negativos y un tirón de orejas que aconsejó la llegada de nombres respetables a los despachos (Jerry Colangelo), al banquillo (Mike D’Antoni) y a la pista (Ish Smith, Carl Landry…). Lo que ha hecho Sam Hinkie es la industrialización sin complejos y a largo plazo de lo que hasta ahora era ese asunto que se intentaba que pareciera que no estaba allí a base de no hablar de él. Pero que siempre ha estado, aunque haya propietarios que siempre hayan escapado de él y que siempre parezcan encontrar formas de que su equipo sea, en mayor o menor medida, competitivo. Uno de ellos es Mark Cuban: “Cuando entras en fase de reconstrucción el objetivo es hacerse con una gran estrella. Y no hay una fórmula clara para eso. Algunos se obsesiones en lograrla en el draft… pero todos los equipos vamos al draft todos los años y al final solo ha habido unos siete campeones distintos en más de 20 años. El draft no te garantiza conseguir una súper estrella, tampoco hacer grandes traspasos o ir al mercado de agentes libres. Están las tres fórmulas y todas tienen sus propios riesgos”.

Pero el tanking siempre está, casi en cada temporada y casi siempre con especial crudeza después del All Star Weekend, cuando se entra en rampa de despegue hacia los playoffs o las vacaciones. Equipos a los que se les han ido torciendo las cosas, estrellas universitarias demasiado tentadoras y hasta la alargada sombra de equipos imbatibles. Ese efecto psicológico lo estamos viendo ahora con los Warriors y en menor medida con los Spurs y los Cavaliers. Los rivales se han movido muy poco en el cierre del mercado en parte porque asumen que ningún cambio les dará más opciones contra semejantes gigantes. Llevado al extremo, a veces para un equipo ni siquiera es beneficioso jugar playoffs si le envía al matadero en primera ronda y además le trae consecuencias negativas de cara al draft. Esos pensamientos, y una extraña sensación de culpabilidad, forman parte de la ingeniería de despachos de la NBA: ahora mismo, los Blazers y los Rockets perderán su primer pick si no es de lotería (top 14). Es decir, si entran en playoffs.

En el estado general del tanking hay que considerar que no todos los equipos malos tankean y no todos los equipos que son susceptibles de tankear son (muy) malos. Así están las cosas camino de marzo, entre los casos más claros, los que están en el filo y los que se alejan. En esta lista no están los mejores equipos de la NBA, que a estas alturas de la temporada están (por suerte) a otras cosas:

-PHILADELPHIA 76ERS: Los Sixers son el tanking y no intentan disimularlo demasiado. A Noel y Okafor tienen que sumar a Embiid, que todavía no ha debutado, a Saric, su propio pick (que será uno de los mejores) y unos cuantos más. Uno muy goloso: si el de los Lakers no es uno de los tres primeros, se irá a Philadelphia vía Phoenix (en una operación que comenzó con el paso de Steve Nash a Los Angeles). Es un equipo perfectamente diseñado para ganar muy pocos partidos, incluidos no pocos en los que compite pero no le alcanza en los instantes decisivos.

-LOS ANGELES LAKERS: Asumido que casi todo ha ido mal en lo deportivo, los Lakers son uno de los equipos con más motivos para dejarse ir. Tienen la coartada, en ese sentido una bendita cortina de humo, del constante despiste que aporta el tour de despedida de Kobe Bryant. Y las malas lenguas apuntan a que ese deseo de no ir a mejor mantiene en su puesto a Byron Scott. Pero los Lakers necesitan más talento joven pero sumarlo a los Russell, Randle, Nance, Clarkson y Brown. Y necesitan que su pick sea Top 3 o se irá a Philadelphia. Un caso claro de que hay que hacer lo que conviene: o se hacen con una joya universitaria o se quedan sin nada.

-PHOENIX SUNS: Si todo hubiera ido bien los Suns podrían estar luchando por el octavo puesto del Oeste. Pero todo ha ido mal. Lesiones (crucial la de Bledsoe), cambio de entrenador y finalmente traspaso del fallido Markieff Morris. A la temporada negra de los Suns solo le queda el draft.

-BROOKLYN NETS: Uno de los equipos que más claramente necesita talento y que más fácil tiene perder mucho... quiera o no. Pero el caso es que ni quiere porque sus rondas de draft volaron de forma masiva (y poco responsable) en la primera etapa de la locura Prokhorov. Su primera ronda del próximo draft pertenece a los Celtics (desde la salida de Garnett, Pierce, Terry…), así que su afición ni siquiera se consuela con unas derrotas que, en cambio, son muy celebradas en Boston.

-NEW YORK KNICKS: Otro equipo en el que nada va demasiado bien, a un lado Porzingis, pero que tampoco tiene el draft como bálsamo: los Nuggets tienen la opción de intercambiar su primera ronda con los neoyorquinos, rescoldos del traspaso de Carmelo Anthony. Así que si los Knicks caen hasta conseguir una de las primeras elecciones, desde Denver les llamarán y les dirán: “gracias, ahí va la nuestra”.

-MINNESOTA TIMBERWOLVES: Los Wolves se debaten entre las bondades de volver a ir muy arriba al draft (tienen en plantilla a los dos últimos números 1, aunque Wiggins llegó en el traspaso de Kevin Love) o crear un boceto de cultura ganadora que impulse el desarrollo del proyecto Wiggins-Towns. Son un claro ejemplo de que, en versión coloquial, lo poco gusta y lo mucho cansa: no juegan playoffs desde 2004, todavía en la primera época de Kevin Garnett.

A partir de aquí, hay equipos que apuntaban alto y que se están viendo cerca de los bajos fondos, con las consiguientes tentaciones, como Milwaukee Bucks. Otros en el alambre pero con tantas ganas de jugar playoffs que no piensan en otra cosa; Como Sacramento Kings, que saben que los Sixers (no podía ser otro) puede intercambiarle el pick salvo que sea top 10. En el mercado, los Pelicans no han traspasado el expiring contract de Ryan Anderson y los Magic se han hecho con veteranos de rendimiento teóricamente inmediato. Una señal en ambos casos de que, aunque las victorias no llegan en cascada, todavía no se piensa en el draft. Al menos no únicamente. Los Wizards se han hecho con Markieff Morris dando a los Suns su primera ronda con protección top 9. Así que prefieren arriesgar con un jugador que parece incapaz de explotar su potencial que fiarse de una elección templada, en el mejor de los casos, del draft.

Así que el tanking existe pero sus caminos son inescrutables (salvo en el caso de los Sixers). Ni son todos los que están ni están todos los que son. La única certeza es que seguirá ahí mientra no se transforme radicalmente un sistema con suficientes ventajas como para que se acabe yendo más al matiz que a la revolución. Pero por ahora, y para ciertos equipos, seguirá llegando ese momento en el que no ganar se convierte en un alivio, un placer culpable o un objetivo diáfano. Va en el sistema.