BALONCESTO | SERBIA 66 - ESTADOS UNIDOS 96

Estados Unidos y Durant, otra vez en el cielo olímpico

Krzyzewski se despide del cargo con su tercer oro en los Juegos, el decimoquinto en la historia USA, que arrasó a Serbia (66-96). Durant, 30 puntos y MVP del torneo, excelso
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Rio de Janeiro
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Estados Unidos y Durant, otra vez en el cielo olímpico
DYLAN MARTINEZ REUTERS

Mike Krzyzewski, coach K, tuvo el final soñado. Estados Unidos, el equipo renacido que vuelve a impresionar al mundo, ganó su tercer oro olímpico consecutivo arrasando a Serbia con un show espectacular de fin de fiesta (66-96). Ahora Krzyzewski podrá abandonar el Cloud Silver, crucero en el que se instaló con el equipo en Río de Janeiro, y volver a su casa en Durham, Carolina del Norte, a descansar con la tranquilidad del deber cumplido. Ha cumplido a rajatabla con el trabajo que se le encomendó en 2006 y que sufrió un revolcón nada más iniciarse en Saitama: devolver a Estados Unidos a la cima del mundo. Y hacerlo desde la humildad. El Dream Team del 92 acabó degenerando en un conglomerado de estrellas malcriadas que acabó transmitiendo una imagen poco recomendable de la NBA a las órdenes de Larry Brown. Krzyzewski, reclutado por Jerry Colangelo, terminó con eso. Desde la aparición celestial del Redeem Team en Pekín, las estrellas le han respetado. Lo hicieron LeBron y Kobe en China y en Londres. Lo ha hecho Kevin Durant en Río. El alero de Washington, una fábrica de anotar puntos y hacer el baloncesto sencillo y plástico, tiró siempre de su selección y cogió el testigo de las dos grandes banderas de Estados Unidos en los últimos Juegos. “KD es KD”, lo definió Krzyzewski, que le deja un legado imponente a su sucesor, Gregg Popovich, otro gigante. Durant, que viaja a Oakland para cumplir su último sueño, ganar al anillo, ya había hecho 30 puntos en la final de Londres. Repitió en el Carioca Arena.

Estados Unidos hizo sentir a Serbia exactamente igual de humillada que Australia ante los de Djordjevic. Sólo aguantó un cuarto Serbia. Luego no tuvo piernas ni ideas para descifrar el laberinto defensivo y las piernas rapidísimas de los norteamericanos. Fue terminar el primer cuarto (15-19) y dimitir. Sin ganas de competir. Sin ganas de jugar más. El gesto de Djordjevic, resignado en el banquillo, lo decía todo. El partido fue un paseo para los campeones. Como tomándose la revancha del partido de la primera fase, DeMarcus Cousins no tuvo rival ante Raduljica, Macvan y Jokic. Thompson acabó entonado los juegos (Big Three el año que viene con Curry y Durant y George fue un secundario de garantías. Sólo quedaba ver y aplaudir a Estados Unidos en la foto del podio, otra vez frustrando a España (la final dio mérito a su semi), que tan cerca y tan lejos ha estado en las cuatro últimas citas olímpicas. Fue un placer, coach Krzyzewski.