El futuro y aquel potencial bárbaro están cada día más presentes cuando hablamos de Giannis Antetokounmpo. Al jugador griego, que aún tiene 21 años, no le basta con hacer las mejores medias de su carrera en prácticamente todo (puntos, rebotes, asistencias, robos, tapones...), sino que además se crece en los grandes momentos y coloca su nombre en los titulares de la prensa nacional. Con o sin problemas de pronunciación (como dice Kidd), el mundo del baloncesto se llena la boca esta mañana con el apellido Antetokounmpo. Y no solo porque sus Bucks hayan ganado de 17 puntos a los Cleveland Cavaliers, vigentes campeones de la NBA. También por su gran actuación individual, superando en el cara a cara a LeBron James por tercera vez en sus últimos cuatro enfrentamientos.

Siempre hemos sabido que se trataba de un jugador especial. Desde que aterrizó en la Liga con esos brazos eternos y ese aspecto de adolescente superado por sus propios centímetros pero coordinado como el mejor de los atletas. Ayer, ese adolescente que ya ha disputado más de 250 partidos con los mayores, volvió a dejar su marca en el mayor de los escenarios. Con las mismas ganas que le llevaron a cortar la racha de los Warriors del 73-9 (vaya susto les dieron este año también), Antetokounmpo encaró a LeBron, con respeto pero sin miedo, y cerró el octavo triunfo de la temporada de su equipo con 34 puntos (igualó su mejor marca), 12 rebotes, cinco asistencias, cinco robos de balón y dos tapones, números que solo un jugador había logrado en los últimos 30 años. ¿Se imaginan quién ha podido ser? Exacto, LeBron James. A quien The Greek Freak dejó ayer en un 22+4+4 que, medido en los estándares del Rey, suena más que discreto. Y más aún si le sumamos las siete pérdidas cometidas, su peor registro esta temporada.

Además de la actuación soberbia del 34, los Bucks contaron con otro gran partido de un trío de suplentes que está produciendo sin parar en los últimos partidos: Malcom Brogdon, Michael Beasley y Greg Monroe. Ayer, 41 puntos, nueve rebotes, nueve asistencias y cinco robos entre los tres, todos por encima de los 20 minutos de juego.

Por su parte, los Cavaliers, que vieron en primera persona y con todo tipo de repeticiones lo insultante que resulta ver machacar el aro a Giannis Antetokounmpo, no pudieron hacer nada ante el equipo que mejor defiende el triple de la Liga. Cedieron, por las buenas o por las malas, la pintura (¡68-34!) y cayeron en la trampa local: 39 triples intentados (35%, no está nada mal) y 20 pérdidas mientras los Bucks sumaban una y otra vez desde cerca para superar el 50% de acierto (también dieron 10 asistencias más que su rival).

Kevin Love pasó mala noche (3/10, 13 puntos), LeBron perdió siete balones y Kyrie solo anotó cinco tiros. Así es muy difícil, claro. Igualado hasta el descanso tras un primer tirón de los Cavs (+14 en el primer cuarto), los Bucks tomaron las riendas en el tercero (18-2 de parcial, 13-2 a los titulares) y nunca miraron atrás. Aguantaron el tipo en defensa, incomodando todo lo que intentaban los campeonas y nunca dejaron de atacar el aro. Un triunfo de valor incalculable para un equipo tan joven. Otra victoria que debería colgar del techo de la habitación de Antetokounmpo.