Jason Kidd no quiere más polémicas. El actual entrenador de los Milwaukee Bucks abandonó Brooklyn al finalizar la pasada temporada y quiere dejar atrás ese pasado, no desea entrar en el juego de críticas que comenzó el dueño ruso de los Nets, Mihail Prokhorov, en su primera comparecencia de prensa de la temporada.

Prokhorov dejó entrever a los periodistas que Kidd más que salir por la búsqueda de un mejor proyecto deportivo, huyó del banquillo de los Nets antes de que le echarán, que la puerta le diera en el trasero, según el refrán inglés que empleó para referirse al asunto.

"Ya no estoy en Brooklyn, pero desafortunadamente siguen hablando de ello. Yo no lo hago. Voy a dejar que ellos sigan hablando", dijo el excampeón de la NBA con los Dallas Mavericks. Pero el tema no quedó aparcado. Kidd es una persona orgullosa. Un hombre que lo ha sido todo en la NBA y no consiente que nadie le haga de menos: "Ahora bien, jugaría un uno contra uno contra él; eso estaría bien". O dicho de otra manera: realmente no me importa, pero me gustaría hacerlo callar para siempre si le gano en algo que se me da muy bien.

Toda esta polémica salta a 14 días en el que Kidd vuelva a Brooklyn (15 de noviembre), pero esta vez como rival: "Es sólo uno de 82. Sólo estoy preocupado por el de esta noche (por la pasada contra Indiana). He estado en ambientes hostiles como jugador, como entrenador... creo que es una parte del juego".